viernes, 31 de agosto de 2012

LAS REGLAS DEL JUEGO

por ralero

 
El era un entusiasta jugador de su deporte favorito. Su afición lo llevó a ingresar a un equipo profesional al cual apoyó en todos los encuentros, pero el entrenador nunca lo metió como titular. Cuando uno de los jugadores estrella se salió del equipo porque no lo nombraban capitán del equipo y organizó un equipo nuevo, él se salió también y se unió al equipo nuevo.

Entonces le dieron la titularidad, jugó y ganó varios encuentros hasta que contendió en la gran final por el campeonato, pero ahora era el capitán del equipo.

Perdió la final. Por mínima diferencia pero la perdió. Entonces bloqueó los estadios, boicoteó los encuentros, calificó de corruptos y vendidos a los árbitros y hasta se proclamó campeón legítimo de la copa, se mandó hacer unas medallas y una copa alternas y organizó una ceremonia de entrega de la misma. Luego hizo un recorrido por todo el país (no se con que fondos se financió) proclamándose el campeón.

En la siguiente temporada volvió a inscribirse en el torneo y a participar en las contiendas. Llevaba muchos puntos a favor y estuvo peleando siempre entre el segundo y el primer lugar en la tabla general. Había muchas posibilidades de que quedara campeón.

Volvió a perder la final. Entonces el equipo ingresó una reclamación al Colegio de Árbitros aduciendo que el equipo contrario había gastado de más para promocionarse y que había llevado acarreados al estadio para que lo apoyaran y cambio les regaló vales para se tomaran unas cheves durante el partido.

La comisión de justicia del Colegio de Árbitros se reunió en sus oficinas a revisar la reclamación y las pruebas que la apoyaban. Pasó casi un mes entre el partido de la final y el veredicto de la comisión de justicia, quien el día señalado para los resultados dio su sentencia: Las pruebas presentadas no eran suficientes para demostrar que el equipo contrario al reclamante hubiera ganado debido a las acciones que se señalaban, por lo que se dictaminaba que el juego había sido legal y el triunfo se otorgaba al equipo contrario.

Como sucedió al perder en el torneo anterior, el capitán del equipo conminó a sus jugadores y sus fanáticos a reunirse en la plaza principal del pueblo para ponerse de acuerdo y emprender las acciones de “desobediencia civil” para que el Colegio de Árbitros anule el partido y se lleve a cabo de nuevo.

 

NO SE QUE ES PEOR: EL CAPITÁN Y SU EQUIPO QUE SE INSCRIBEN EN UNA LIGA QUE NO PIENSAN OBEDECER NI RESPETAR SI ELLOS NO GANAN O LA LIGA DEPORTIVA QUE PERMITE QUE SE INSCRIBAN JUGADORES QUE NO VAN A RESPETAR LAS REGLAS DEL JUEGO.

 

lunes, 27 de agosto de 2012

EL PÁTER

por ralero






Lo recuerdo como si hubiera sido la tarde de este sábado próximo pasado.

Estábamos en el auditorio del Instituto Excélsior apoyando a los aleluyos en los ensayos para presentar una obra musical sobre Don Bosco: La Cantata. Creo que por la intercesión de José Luis, mi primo, y de Mando, en ese entonces novio de una chica de los grupos, quienes tocaban en el coro, además de la cercanía y la familiaridad religiosa pues nosotros éramos del coro de San Juan Bosco y los grupos eran dirigidos por las Hijas de María Auxiliadora y los Salesianos, no podía ser de otra manera.

Manuel Treviño tocaba la guitarra, Mando y/o José Luis el bajo (u otra guitarra, eso sí no me acuerdo), Rafa Trejo el teclado y yo, la batería. Los muchachos de los grupos cantaban y bailaban la obra.

Era uno de los primeros ensayos, si no es que el primero, y la verdad reinaba más la desorganización que otra cosa.

Entonces apareció él.

Entrando por el pasillo del lado oriente del auditorio y con un séquito de jóvenes tras de sí… Era un señor de más que mediana edad, piel tirando más a morena, unos lentes al estilo de Jim Jones, camisa azul con algunas rayas más claras en sentido vertical y reloj de extensible plateado (o dorado, la verdad es que no soy tan víbora) en su muñeca izquierda.

“A ver, a ver” dijo el señor este alzando la voz “qué estamos haciendo, esto no es un ensayo, esto parece más bien un mercado de chachalacas…” (Bueno, dijo algo más o menos así). Al momento todos los muchachos arriba del escenario, al igual que los que estaban en las primeras filas de las butacas e incluso Sor Eva, quien se hallaba entre éstos últimos se cuadraron ante éstas palabras, guardaron silencio y pusieron absorta atención a las indicaciones de este señor.

“Todos arriba del escenario, por favor…” dijo él. Subieron quienes estaban en las butacas, incluso Sor Eva, nosotros los músicos estábamos al lado derecho del escenario mirándo a éste de frente, y nos quedamos viendo  la acción sin movernos y sin hablar.

“Vamos a hacer oración y ofrecer este ensayo a Dios nuestro Señor” dijo él invitando a todos a formar un círculo al centro del escenario y a tomarse de las manos. “Pos bueno, que recen” pensé yo para mis adentros sin moverme de la batería. “Nos unimos todos a la oración” dijo alguien indicándome que me moviera hacia el círculo e integrándome al mismo.

Alguien habló en voz alta invocando la ayuda de Dios y ofreciéndole el ensayo, la mayoría (si no es que todos) estaban con los ojos cerrados, después hizo una introducción para decir el Padrenuestro el cual rezamos todos alzando las manos aún unidas y posteriormente pidió a María su intercesión para que todo saliera lo mejor posible en este ensayo y en la obra en general por el bien de los jóvenes y para Gloria de Dios. Terminamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Yo estaba un poco molesto pues pensaba con qué derecho ese señor de los lentes se atrevía a ordenarnos algo a los músicos, que no pertenecíamos a los grupos; bueno al menos no todos.

El señor de los lentes me cayó mal.

Siguieron los ensayos y tiempo después la presentación de la obra, la cual creo que fue un éxito. Se presentó ahí mismo en el Excélsior y en el auditorio de un mercado de abastos de la ciudad. Creo que al año siguiente y otros más se volvió a montar por el mes de enero, en que se celebra su día.

Meses después de aquel ensayo me hallaba yo en la fila para inscribirme al  ENPAJ 84, semanas más tarde de la inscripción lo estaba viviendo y en el segundo día del encuentro que fue el más impactante para mí, tuve la oportunidad de confesarme por la tarde de ese sábado con el aquel señor de lentes que me había caído mal.

Eso fue lo primero que le dije, narrándole lo que a principios de este escrito les he compartido. Él, ni se acordaba.

Automáticamente fue nombrado mi confesor de cabecera y a partir de allí nació una relación de amistad que me ha ayudado a terminar de formarme como joven y como hombre, pasando a engrosar las filas de quienes Dios ha permitido que compartan conmigo un poco de su tiempo, de su atención y sus ideas complementando la figura paterna que en su momento la vida me arrebató.

Hace poco, me encontré con él en la celebración de los 25 años del 20. Me recibió y saludó con ese tono paternal que siempre he sentido de él, le volví a presentar a mi familia (Gaby dice que siempre que nos lo encontramos hago lo mismo) y haciendo el movimiento característico de sus ojos sobre sus lentes para esquivar el aumento me preguntó mirándome a los ojos (como sólo él suele hacerlo): “¿y sigues escribiendo, Rafa?”.

Tras mi afirmación continuó diciendo: “qué bueno, no lo dejes de hacer…”. Posteriormente se perdió entre los saludos y abrazos de los demás hermanos del 20 y sus familias.

En esa reunión tuve la oportunidad de ver algunas de las ideas y sueños que en los primeros años de Comunidad Juvenil tuvo el P. Agustín y que Dios le ha permitido materializar. Recordé y comenté a mi familia que en el principio no había nada en el terreno y en alguna ocasión vinimos los del grupo 10 a sembrar árboles; les platiqué también que ahí en la Casa de Encuentros había sido mi primer trabajo como arquitecto, supervisando la construcción del módulo de baños (la alberca, la palapa y la casa de las tías ya estaban) mientras hacía yo el servicio de Coordinación General, de manera que tenía la oportunidad de hacer las visitas a los diferentes centros de la comunidad, incluyendo Saltillo e Irapuato, y alguno que otro viaje que hice a Guadalajara a algún centro salesiano.

Cuando nos dispusimos para retirarnos de la celebración, me despedí de él con un fuerte apretón de manos y un gran abrazo, posterior a éste último me volvió a mirar por sobre sus lentes que alguna vez se parecieron a los de Jim Jones y viéndome directamente a los ojos (como sólo él sabe hacerlo) me ha pedido que no me aleje demasiado, he quedado con él en darme una vuelta...
No me he dado la vuelta…aún, pero espero que esta vez las cosas urgentes no impidan realizar las importantes.
¡Feliz cumpleaños, padre Agustín!
Y como le dije en aquel cuento que le regalé hace ya algunos años: "Espero que Dios le de su merecido..."

Cuando así sea acuérdese de mi e interceda ante El.
Que Dios lo siga bendiciendo...
Un abrazo...
con cariño
Rafa Valero
(habrán de disculpar el doble signado, pero es algo que no pude evitar...)

miércoles, 8 de agosto de 2012

UNA DAMA DE PONCHO ROJO

por ralero

Este domingo me desperté lo suficientemente temprano para ir a misa de 11:15 en la capilla de San José de la Flores, cercana a mi casa, (que en realidad es la casa de mi adorada esposa).

Llegamos tarde porque precisamente ese domingo cambiaron la  hora para las 11:00 y como teníamos un mes de no asistir a misa ahí no supimos hasta que llegamos. Supongo yo que ya hay más sacerdotes en la parroquia y acomodaron la misa a una hora puntual (no sé cómo se dice). El coro estuvo más afinado, sobre todo porque ahora es el de jóvenes, o a lo mejor es el de niños pero lo dirige el joven que estuvo promocionando el coro de jóvenes para la misa de domingo a las 7:00 pm. Antes cantaba el coro de adultos…

Las lecturas hablaron sobre el pan bajado del cielo: el maná en el Antiguo Testamento y Jesús en el Nuevo. La homilía del padre estuvo amena haciendo la comparación con la preparación del cristiano con la preparación del deportista de los juegos olímpicos.

En el regreso traje en mi mente durante todo el camino (bueno, en realidad 3 cuadras) la rola de: “Este si es el pan que bajó del cielo…”. Llegamos a casa y encendí la tele para ver (o más bien escuchar) los juegos olímpicos mientras preparábamos de almorzar. Terminamos de almorzar y, mientras mi adorada esposa se dispuso a forrar libros y libretas de los niños para la escuela, encendí la compu para trabajar en algunos escritos y videos que tengo pendientes de terminar.

Como es mi costumbre, revisé mi correo y el facebook para ver si tenía publicaciones y leí los encabezados de las principales noticias en la red…

Fue entonces cuando me enteré.

Chabela Vargas había fallecido ese día por la mañana. Como suele ocurrir con este tipo de noticias, subí a la recámara a ver a la forra de mi mujer quien se hallaba forrando libros. Me senté a su lado y con un dejo de tristeza le comuniqué la noticia: “Murió Chabela Vargas…”

Me miró con todo el amor de que es capaz, y que es mucho, y puso una cara de ternura al adivinar en mi ojos una leve humedad que a fuerza de mucho trabajo interno y personal no permití que saliera a la luz. “¿Estás llorando?” me preguntó, “claro que no” le dije… dirigiendo la mirada hacia otro lado y ella, enfocándose de nuevo a las libretas dijo: “es que ya estaba muy grande y aparte, como se le ocurre viajar estando enferma…” Hace algunos días habían dado la noticia de que estaba grave y lo habíamos estado comentando.

Y sí. Chavela acababa de dar un concierto el 10 de julio en España para presentar el disco “Luna Grande” con poemas de García Lorca; había volado de México a Madrid exclusivamente para dar ese concierto. Dos días después fue hospitalizada allá por un cuadro severo de fatiga, pero no quiso quedarse e insistió en volver a México regresando el 26 de ese mes.

El 30 de julio fue internada en un hospital de Cuernavaca, con problemas crónicos en corazón, pulmones y riñones; no quiso ser entubada ya que ella quería tener una muerte natural, ya que como era una chamana, eso podría impedir la transición.  Cuando se le preguntó que si se arrepentía de haber hecho ese viaje respondió: "Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos, y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país."

Yo, a Chavela, sólo la conocía de oídas y por referencia de José Alfredo, ya que en algunos de mis escritos investigué algo respecto al guanajuatense. Me gustan mucho las canciones de José Alfredo pero más que con mariachi, me gustan con arreglos interpretadas sólo con guitarra o piano. La que más me gusta es la de “Amanecí en tus brazos”. De hecho me gusta cantarla aunque siempre lo hago a solas  y generalmente a capela.

A Chavela la (re)descubrí por Joaquín Sabina.

En 1994 Sabina sacó el disco “Esta boca es mía”. El disco me gustó mucho pero, paradójicamente, la rola que menos me agradó y que incluso no incluí en la grabación del casete correspondiente para traer en el carro fue la de “Por el boulevar de los sueños rotos”.

Aunque la rola era una balada rítmica, que es el género que más me gusta del cantautor, no me llamaba mucho la atención la letra, que estaba dedicada completamente a Chavela: “En el bulevar de los sueños rotos vive una dama de poncho rojo, pelo de plata y carne morena”. Creo que es una composición bien lograda en la que describe muy bien a la Vargas, pero siento que carece mucho de la riqueza literaria y lingüística que caracterizan las letras sabinianas.

No fue sino hasta 1999 cuando Sabina sacó el disco “19 días y 500 noches” en el que canta a dúo con la Vargas: “Noches de boda”, que para mi gusto es una de las mejores del disco y cuya letra encierra una serie de frases y verdades de la vida ó de lo que debiera ser ésta, en que dediqué mayor atención a Chavela. La interpretación me gusta mucho, combinándose de una manera en la que se logran acomodar y armonizar dos voces que, en realidad, dejan mucho qué desear pero que son el sello personal de cada uno.

A partir de allí, escuché más a Chavela Vargas descubriendo la riqueza de su modo de interpretar la canción ranchera y el bolero.

Hace algunas semanas, el sábado 7 de julio próximo pasado para ser exactos, en aras del esparcimiento y recreación personal, me dediqué a buscar en You Tube las mejores rolas (bueno, en realidad las rolas que más me gustan) y en un afán de contaminar de buena música las iba compartiendo en facebook mientras las escuchaba. Entre ellas desfilaron: “Es por ti”, de cómplices; “Andar, andar”, “Dónde estés” y “Talismán” de Mocedades; “Una de piratas” de Serrat, “A la sombra de un león” de Sabina; “Todo es mentira” de Aute. Y entre una página y otra me topé con un concierto de Chavela Vargas, Víctor Manuel y Sabina realizado en los madrides intitulado: “Homenaje a José Alfredo”.

Sobra decir que dejé de publicar en facebook y me dediqué a disfrutar del mencionado concierto.

No me considero un fan de hueso colorado de la Vargas, pero me duele su partida.

Debo decir que nadie canta como ella las canciones, sobre todo, las de José Alfredo, aunque más que una voz, Chabela es un sentimiento.

“¡Vámonos donde nadie nos juzgue, donde nadie nos diga que hacemos mal; vámonos, alejados del mundo donde no haya justicia, ni leyes ni nada no´mas nuestro amor…!!!” (Vámonos, José Alfredo Jiménez)



Descanse en paz, Chavela Vargas…