lunes, 22 de octubre de 2012

Y VAMOS POR EL SEGUNDO MILAGRO...

Hace casi 13 años tuve la oportunidad de plantear a Sabina una pregunta por chat:


Hoy,si todo sale bien, vamos por el segundo milagro...

sábado, 20 de octubre de 2012

ESTE AÑO DE LA FE

por ralero

 
Soy un hombre de poca fe.

Me suelo hundir en el agua cuando me piden que salga de la barca; generalmente quiero mandar a la gente a su casa cuando solo hay tres panes y dos peces.

La mayoría de las veces me quedo dormido cuando hay que orar y casi siempre dudo en echar las redes del lado que me lo sugieren cuando logro pescar nada.

Lo reconozco. Soy hombre de una fe pequeña.

Prefiero rodear la montaña en lugar de ordenarle que se mueva y la mostaza no es de mi preferencia y ni siquiera conozco su semilla. No me basta con tocar la punta de su túnica, requiero más bien de un gran abrazo; y aunque definitivamente “no soy digno que El venga a mí”, con dificultad (y no porque no pueda ser sanado por El) atino a decir: “pero una palabra tuya para sanarme…”

Ha venido a bien la proclamación de este Año de la Fe, quizá el Papa me sabe algo.

Con indulgencia o sin ella, solo le pido a Dios me ayude a acrecentar mi fe, al menos lo suficiente, para poder decir “sí, así es” antes de que el gallo cante tres veces.

domingo, 14 de octubre de 2012

LA NOCHE DE ANOCHE

por ralero

Dicen que recordar es volver vivir.
 
No sé si tengan razón, pero después de un ajetreado sábado que inició con la descompostura del Blue, media jornada de trabajo, una comida sustanciosa en casa de mi santa madre de Dios hija, compras en el Mercado Juárez, un costeo de materiales en Home Depot y asistir a la Santa Misa para cumplir con el precepto dominical tuve la oportunidad de reunirme con dos de mis amigos en casa de uno de ellos.
 
La noche estuvo especial. Acompañados por nuestras respectivas y adoradas esposas así como de nuestros queridos hijos (quienes se perdieron entre las diversas áreas de la casa, a excepción de la hora de la cena) departimos por unas horas al calor de unas cervezas frías, un sabroso tequila y dos guitarras (olvidé la tercera en casa).
 
Con el apoyo tecnológico del iPod de la comadre Laura para las letras, con la inconfundible voz del compadre Enrique, el acompañamiento en la guitarra de Mando y el infructuoso intento de mi voz para hacer la segunda voz cantamos a José José, Camila, Serrat, Sabina, Franco de Vita y Juan Luis Guerra, interpretado este último por Lety y Mando con “Mi Bendición”; recorrimos la Alta Vista de hace algunas décadas, fuimos de nuevo a Astra y Autodescuento a bordo de una chopper para comprar un auto de armar volviéndole a dar las gracias a la cajera que amablemente y conmovida por la cara de dos niños a quienes les faltaban 50 centavos para completarlo, volví a comprar mi primer libro: 20 mil leguas de viaje submarino de pastas amarillas; colocamos de nuevo el nacimiento en el atrio de San Juan Bosco, revelamos el secreto de Mando para tocar guitarra y nos enteramos del accidente que modificó sus dedos para tocarla con la maestría que lo hace; visitamos Uruapan y la Huasteca Potosina, así como la presa de cantera en San Luis Potosí…
 
 
No sé si recordar es volver a vivir, pero la noche de anoche la vivimos mucho y muy bien…
 

martes, 2 de octubre de 2012

MI "MEDIA" HERMANA

por ralero
 
 
No es la mayor ni la menor.
 
Ni siquiera es un tono y mucho menos es música.
 
Es mi hermana la de en medio. No mayor ni menor, en medio. La hermana media… mi “media” hermana…
 
Su nombre real es Ronpelskinsky, pero de cariño le digo Ron; aunque ella se empeña en que le llamemos Conchis, supongo que en honor de las tías Concha y Conchita. Como quiera que sea las actas de nacimiento y bautismo se quedaron perdidas en una cámara oculta que tenía mi padre en la casa de Cataluña 252. En esa casa se quedaron muchas cosas.
 
Mi tío el padre (o sea sacerdote), hermano de mi padre (o sea, papá), utilizando sus influencias logró que la iglesia católica hiciera una nueva constancia de bautizo y creo que aprovechó la ocasión para ponerle como nombre de pila: María Concepción, en honor a sus hermanas. Acta en mano y tras dos o tres misas y no sé cuantas indulgencias plenarias más, logró conseguir el acta de nacimiento correspondiente de una oficialía del registro civil cuyo responsable había acudido a algún cursillo de cristiandad que en aquellos años dirigía mi tío (el padre, o sea sacerdote). 
 
Todavía recuerdo el día en que Ron llegó a la familia. Aquella mañana del 3 de octubre de hace no sé cuantos años (nunca me acuerdo de los años de nacimiento de mis hermanos, sólo porque Cokis es un año mayor y Alfredo un año menor que yo, recuerdo los de ellos) llegamos al cobertizo de la casa en el que, frente a la puerta, había una caja de plástico con un pequeño bulto dentro.
 
Mi padre lo tomó con sumo cuidado, lo colocó sobre su mano y antebrazo izquierdos y con la otra mano abrió la puerta mosquitera de estructura de madera pintada de color blanco, para sostenerla con su pie derecho, posteriormente hizo hacia atrás la esquina de su saco negro y sacó las llaves del bolsillo derecho de su pantalón también negro; introdujo una en la cerradura y, girándola, abrió la puerta. Entramos todos llenos de algarabía y nos dirigimos hacia la cocina en donde Cokis tomó tres vasos, uno para cada quien.
 
Entonces llegó papá y tomando el bulto con su mano derecha lo inclinó hacia el frente y sirvió leche en una jarra de peltre la cual calentó un poco en la estufa, todo esto dándonos la espalda e impidiéndonos ver lo que preparaba. Después de uno o dos minutos sirvió en cada vaso un poco de su riquísimo chocolate blanco.
 
Papá se había regresado a casa con todos y no nos dejó en el kínder ya que ese preciso martes llegaría un nuevo miembro a la familia, así que mientras llegaba alguna de (o todas) mis tías Keny, Kike o Mela preparó él un pequeño post desayuno. Llegando ellas (o alguna de ellas, la verdad no me acuerdo) mi padre salió como bólido para ir a ver a su amada esposa y madre de sus tres hijos que dejaba al cuidado de su(s) cuñadas y conocer a su nueva hija: Ronpelskinsky (alias: Ron; alias: María Concepción; alias: Conchis).
 
He tenido que llamar a mi santa madre de Dios hija para confirmar la edad de mi hermana. Hoy cumple 45 años. Se dice fácil, se disfrutan poco, se sufren algo, pero es un regalo de Dios llegar a cumplirlos.
 
Agradezco a Dios por la idea que tuvo de poner a Ron en la familia. Agradezco a Ron, bueno, Conchis (sólo porque es su cumple) su trato, su amabilidad, su preocupación por mí (se preocupa más por mí que yo), su alegría (cuando está alegre), su atención para con mi familia, en fin por todo lo bueno que ha derrochado a lo largo de estos nueve lustros.
 
Quedan marcados para siempre en mi memoria aquella sangre de sus pies al cortarse con los vidrios de un envase de coca quebrado en la banqueta de Cataluña, la falta de concordancia entre su opinión y la de Alfredo, sus interpretaciones de María Conchita Alonso y de Rafaella Carrá, su incondicional amistad con Martha, la juvenil lealtad del grupo de las ocho, su carácter amiguero y noviero, su valentía (u obstinación?) para casarse, el amor por su marido y por sus hijas, el amor por su madre y por abuelita…
 
En el comedor de la casa de mi madre en el lado oriente del muro norte, hay un cartel donde sale toda la familia en una foto. Del lado derecho, viéndola de frente, están Conchis y Papá. Él la carga y ella posa su cabeza sobre el hombro derecho de él. Ella parece pensar: “Estoy feliz con mi papi…” él parece que va a decir “esta es mi niña muy amada…”. Casi me atrevo a decir que Conchis fue quien más “vivió” a papá y ese es el mejor regalo que ha recibido, regalo que jamás nadie le podrá quitar.

 
¡Feliz cumpleaños, Conchis (Ron)…!!!

 
Con cariño

 
Rafael