lunes, 20 de mayo de 2013

CANTANDO CON PATRICIA SOSA

por ralero
 
 
Era viernes por la noche, veníamos del concierto de Sabina en la Arena y, por el tránsito tan apretado de esa noche, tuvimos que entrar por la calle Junco de la Vega hacia el norte desde la Ave. Alfonso Reyes.
 
Había muchos autos estacionados en ambas aceras de la calle e íbamos casi a vuelta de rueda, llegamos hasta la calle Hamburgo y la cantidad de gente era increíble, la calle estaba repleta de banqueta a banqueta, la fila en la entrada del Instituto Excélsior era interminable, la razón: Patricia Sosa se presentaba en concierto en el auditorio del colegio.
 
Así que nos fuimos a estacionar a casa de mi madre, quien vive a dos cuadras de la escuela y, corriendo, nos dirigimos a la función. Ya casi no había fila por lo que no batallamos en entrar, sin embargo, en el interior del auditorio todos estaban de pie, Patricia ya estaba cantando y yo me detuve en medio del pasillo para escucharla, olvidándome por un momento de mi asiento.
 
“No me importa si me equivoqué pero yo no te buscaba...” empezó a cantar la Patri, y permanecí de pie al centro del pasillo y empecé a cantar en voz baja con ella; “Déjame esperarte, déjame soñarte...” luego seguí cantando en segunda voz acompañándola, pero ya a todo pulmón...
 
Entonces, Patricia, volteó a verme y me hizo una seña para que me acercara, caminé hacia el escenario cantando todavía en segunda voz y llegué a la orilla; personal de seguridad me ayudó a subir una vez que Patricia, asintiendo con la cabeza y haciendo un ademán con la mano de que me dejaran pasar...
 
“No pude controlar al corazón, aunque creo que no quise hacerlo...” seguimos cantando a dúo, Patricia y yo, a voces y yo me sentía como en el cielo...
 
Entonces, desperté, con una sonrisa en mi rostro, con una paz indescriptible, con el mejor sabor de boca en mucho tiempo. Todavía en estos momentos que redacto esto, siento emoción. Es de sobra decir que todo ese día estuve cantando y tarareando la canción.
 
Es uno de los mejores sueños que he tenido en mi vida.
 
“Cuando el tiempo se detenga
se que allí me encontrarás,
sólo para amarte hasta el final”
 
Ustedes que la tienen ahí, disfrútenla...
Con la mejor envidia del mundo les mando un saludo y les deseo el mejor concierto que puedan tener...
 
Cuando estén allí y si logran hablar con ella, díganle que hay un regio que sueña con ella.
 
Monterrey, México, a los 3 días del mes de abril de 2008
 

sábado, 11 de mayo de 2013

EL ENCUENTRO

por ralero

 
Cuentan las crónicas antiguas que existió una ciudad en las montañas ubicada al norte de la región. Era la época de las ciudades-estado en que cada feudo bajo el dominio de un Conde y su familia eran apoyados por sus vasallos creando un fuerte lazo en donde la ciudad se fortalecía y crecía tanto económica como social y culturalmente.
La ciudad era una de las más desarrolladas en la comarca, salvo por la ciudad central situada al sur, en el altiplano, y que era la residencia del rey.

Por aquellos tiempos el rey, buscando consolidar una confederación con todas las ciudades-estado convocó un torneo al cual cada feudo enviaría a su campeón.

El Conde de la ciudad de las montañas tenía tres hijos de los que dos de ellos eran los más diestros en el arte de la batalla. El Conde, para decidir a quién enviaría a la gran justa citó a dos de sus hijos para que, enfrentándose entre ellos, enviar a la ciudad central al vencedor representando a la ciudad.

Los hermanos se prepararon a conciencia y se enfrentaron el día indicado. Ese día los cielos, que durante la mayoría de la temporada habían sido parcos con la lluvia, dejaron caer sobre la ciudad sus torrentes como queriendo dar a la contienda una complejidad mayor. Los amigos y vasallos de cada hermano, tomando pendones con los colores del escudo de cada hermano apoyaron a su favorito y llenaron a tope la explanada de la ciudad.

Durante el desarrollo de la contienda no se veía cuál de los hermanos sucumbiría ante el otro, pero en un momento en que luchaban cuerpo a cuerpo el hermano menor, que llevaba la ventaja, resbaló al moverse para contener una embestida de su hermano. ¿Sería la lluvia, sería el afán de no caer?

El error, si pudiera decirse así, fue fatal. El mayor sometió a su hermano menor al colocar su espada sobre su cuello. Acto seguido, el hermano mayor enfundó su espada y levantó sus brazos cerrando los puños en señal de victoria. Los correligionarios del hermano mayor se pusieron de pie y hasta brincaron de gusto gritando de alegría; los seguidores del hermano menor, tristes, aplaudieron y dieron gritos de ánimo a su líder.

De pronto, el hermano menor se irguió del suelo con una actitud desafiante, como negándose a aceptar la derrota… Todos los presentes guardaron silencio y miraron absortos la escena de los hermanos…

Entonces, el hermano menor tomó su espada y su escudo y se los ofreció a su hermano mayor como símbolo de que contaba con su apoyo y sus armas para representar a la ciudad que los vio nacer y proclamarse campeón ante todas las ciudades confederadas.

Los hermanos se fundieron en un abrazo y todos los seguidores rompieron en vítores y vivas porque tenían ya un ganador que los representara y que, deseaban de todo corazón, fuera el campeón de la confederación.
 
 
¡ÁNIMO, TIGRES...!
¡VAMOS RAYADOS...!!!

 

 

 

viernes, 10 de mayo de 2013

EL DIA DE LAS MADRES

por ralero

Diez de mayo. Día de las madres.

Yo no soy muy fan de las fechas. Toda la cuestión del día del amor y la amistad, día del niño, de la madre, del padre, etc. no me convencen mucho por todo el interés económico que esconden.

Sin buscar caer en el alboroto de una celebración tradicional cuestionada por el trasfondo mercantilista que pudiera tener, no puedo pasar desapercibida la fecha y pensar en mi madre y en la madre de mis hijos.

La fecha me remonta a 25 o 30 años atrás a la manera en que vivimos esta fecha mi madre y yo varias ocasiones. Lo trágico del caso es que mi madre se pasaba trabajando el Día de las Madres. En varios años mamá, quien en ese entonces trabajaba vendiendo Avon o como cobradora, el 10 de mayo se la pasaba trabajando en la Florería Hortensia tomando pedidos de clientes que solicitaban arreglos para sus mamás para que fueran enviados a lo largo y ancho de la ciudad.

Mientras mamá se la pasaba trabajando, yo me trasnochaba dando serenatas a diestra y siniestra por casi todas las calles de la colonia. En aquellas noches no era tan consciente (o no quería serlo), pero hoy me vuelve a aflorar un sentimiento entremezclado de tristeza y desamparo al recordar cuando llevábamos las serenatas a las distintas casas de la raza de la colonia y ver salir o asomarse en cada una de ellas a la mamá correspondiente. Creo que fueron pocos diez de mayo de aquellos años en los que la casa de mi madre nos recibió para cantar.

Claro que en la mayoría de las veces acudimos a darle serenata a mamá a la florería. Recuerdo como si fuera ayer la escena: de pie frente a la fachada pintada de rojo con vivos amarillos del establecimiento con un gran ventanal que daba hacia la calle, en el cual se exhibían los arreglos.

Por unos minutos, pienso yo, lográbamos un breve descanso en la ardua y larga noche de mi madre, en el que dejaba de ser una empleada para ser la mamá festejada, ante la mirada entretejida de ternura y envidia de sus compañeras o de la encargada de la florería.

Al terminar de cantar, caminábamos tres casas al oriente y nos apostábamos frente a casa de Abuelita, madre de mi madre, para cantarle también sus mañanitas, serenata en la cual nos acompañaba mamá para homenajear a la autora de sus días.

Quizá por eso ya no le llevo serenatas ni flores el Día de las Madres, ya tuvimos suficiente de eso (eso espero) ahora me concreto solo a llamarle por teléfono en la mañana y, por la tarde o noche, darle su abrazo y beso en vivo y a todo calor.

A través de los años las cosas han cambiado. La colonia se ha vaciado de la raza y se ha llenado de estudiantes, son otros quienes llevan las serenatas, y son otras madres (nuestras esposas) a quienes saludamos al iniciar este día… La única que no cambia es mi madre, sigue dando su vida y su tiempo a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

Como lo he dicho antes “Madre solo hay uno pero la mía vale por tres: mi madre, mi padre y mi amiga…”

 

Mamá: ¡Feliz día…!!!