Escuché alguna vez que le preguntaban a Serrat, qué pensaba al respecto de que su canción "Cantares" había rebasado la popularidad y la fama de él mismo. El catalán respondió con un poema de Manuel Machado, hermano de Antonio autor de la letra de la canción en cuestión:
"Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad."
Manuel Machado (1874-1947)
Algo así son mis sentimientos con respecto a Historia de una Alianza: es un canto que ha sobrepasado a su(s)
autor(es).
Bajo pena de descubrirme ante
ustedes con un alto índice de egocentrismo, debo confesar que es realmente
alentador y rico alimento para el “yo”, el que después de tanto tiempo
muchachos de los grupos más recientes de Comunidad Juvenil, tras un pequeño
gesto de asombro, me feliciten cuando mi hermano o alguna otra persona de mis
tiempos de la comunidad me presentan ante ellos diciendo: “ah, mira, el es el
autor de Amarillo el sol...”, debo decir que no en todas las situaciones he
corregido la cuestión de la autoría de dicha canción, pero valga este medio
para hacerlo manifiesto.
Si mi memoria (o lo que queda de ella) no me falla, en
aquellos tiempos recorríamos nuestro caminar como grupo 10 hacia el EIN,
teníamos casi dos años que habíamos vivido el ENPAJ pero apenas un año en que
nos habíamos conformado como grupo y empezábamos a tomar conciencia como tal,
ya que al estar algunos meses deambulando cada fin de semana entre una casa y
otra de los diferentes integrantes del grupo, sin ser grupo, sin tener asesor y
solo con el acompañamiento de algunos del grupo 4 que posteriormente llegaron a
ser nuestros animadores, algunos que vivieron el ENPAJ se desanimaron y dejaron
de asistir. Entonces, para completar la cantidad de personas y formar el grupo,
se abrió la entrada a gente que no hubiera vivido el encuentro y que quisieran ser
partícipes. La mayoría de ellos fueron hermanos o primos y algunos amigos de
los que ya habíamos vivido el ENPAJ, y que iniciaron en el grupo sin ninguna
experiencia común con el resto lo cual, creo yo, es vital para el nacimiento de
una comunidad.
Pues bien, estábamos
preparándonos para el EIN y teníamos en puerta también nuestra primer FAI, lo
cual era muy importante porque significaba de alguna manera nuestra inclusión
en Comunidad Juvenil.
En aquellos días yo empezaba a
tocar guitarra bajo la sombra y tutela de Armando González Aguilar, Mando,
quien era (y sigue siendo) muy
bueno en la guitarra, de hecho, el componía melodías novedosas y con muy buenos
arreglos. La dupla se dio y compusimos algunas canciones entre los dos: él la
música y yo la letra para el coro de San Juan Bosco, al cual pertenecíamos.
Los dos llegamos a tener muy
buena amistad y ambos fuimos “acarreados” al grupo 10 por personas muy cercanas
a cada uno. (Todavía me acuerdo de la
mañana del domingo en que llegué a la fila para las inscripciones en la que
estaba Mando formado junto con Alfredo, mi hermano, quien me había cuidado el
lugar mientras yo de me desperezaba de una noche de pachanga, pero esa es otra
historia…).
Bueno, para no hacerles la
historia más larga, la expectativa del grupo era mucha para la FAI y más la
expectativa de la Asesora: Sor Eva López.
Para ese año, se había
convocado a los grupos a realizar una presentación de sí mismos a través de una
canción. Sor Eva, quien se caracterizaba por su gusto por la música y lo
artístico nos sentenció, es decir, nos motivó para que creáramos una canción o
una presentación digna del grupo. Personalmente, creo que “nos motivó” de
especial manera a Mando y mí.
No recuerdo quién ni cómo, pero
se convocó a una reunión del grupo 10 o de algunos de sus equipos de trabajo en
Marsella, casa de mi santa madre de Dios hija, para trabajar sobre la
presentación de la FAI.
Por ese entonces yo estaba
trabajando sobre la composición de una Obra Musical (género teatral que narra una historia por medio de canciones y que siempre
ha sido mi sueño realizar…) acerca de Comunidad Juvenil. Llevaba por
título: “La Teología del Arco Iris” y de ella tenía ya cuatro canciones y
media: “Al principio”, que hablaba de la creación; “Llueve”, que describía como
el hombre se había alejado de Dios, éste enviaba el diluvio y los sentimientos
del hombre al estar en medio del fenómeno; “Cuándo aprenderán”, que contaba
cómo Noé y su familia salían después del diluvio y “Los jóvenes del Arco Iris”,
que estaba pensada como la canción final.
La media canción que,
obviamente no tenía terminada, hablaba de la Alianza que Dios entablaba con el
hombre y que signaba con el arco iris, de este canto solo tenía el estribillo:
“Amarillo el sol, rojo el amor, verde la esperanza de encontrar un nuevo cielo
azul, violeta al atardecer”.
Pues bien, sucedió que llegó la
junta programada para preparar algo para la FAI. Alrededor de la hora pactada
nos reunimos en la casa ubicada en la esquina norponiente del cruce de las
calles Marsella y Viena varios del grupo. La verdad es que no me acuerdo de lo
que hice ayer, así que difícilmente me
acuerdo de quienes se presentaron a la junta pero tengo presentes a Celia,
Dalila, Silvia, Maru Velasco, Mónica Luna, Tere Morales, creo que Enrique Sada,
Carlos Quinto, me parece que también estuvo Rosalba y Carlos Dávila y,
probablemente, algunos hermanos más. Si alguno de mis hermanos del 10 lee esto
y se acuerda mejor, por favor, corríjame (fraternalmente,
claro). Obviamente estábamos también Mando y yo, y muy probablemente José Luis,
mi primo, que era animador y pertenecía al grupo 4.
No sé si no nos poníamos de
acuerdo o no dábamos pie con bola, pero para el caso nos dividimos en pequeños
grupos y cada uno escribió algo con respecto a la similitud de la historia del
diluvio con la vida actual y que, como en el diluvio, después de la tormenta
que pudiéramos vivir, al final ésta terminaría y aparecería el arco iris, signo
de la alianza de Dios.
Cada equipo escribió sus ideas,
las cuales bajo mi humilde dirección (si
se puede llamar así) fuimos acomodando, ajustando e incluyendo o
convirtiendo en rimas dándole forma a la canción; saqué el estribillo que tenía
ya hecho y con música adaptándolo a lo ya escrito; Mando le puso música a la
canción que llevábamos integrándolo con la melodía del estribillo…
La composición quedó dividida
en dos partes: la época del diluvio y la época actual. Sin embargo, la rola
estaba muy “plana”.
Me imaginé yo como sería estar
en el arca, viendo en el exterior cómo
el agua cubría todo, y pensé en olas gigantes que amenazaban con hundir la
embarcación, de ahí salió: “Olas que no dejan ver el horizonte y tormentas que
quieren hundirnos…” e introduje la melodía de la tormenta y la subimos de tono para
entrar a la segunda parte…
Luego, para darle un cambio e
introducir al estribillo se hizo el arreglo de “combinando fuerzas se
convertirán en hermosos colores que sol y la lluvia nos darán…”. Finalmente
Mando compuso la melodía de entrada: “Pa pa pa ra pa pa pa, pa pa ra pa pa pa
pa pa, pa ra pa pá, aaaah…” que para mi gusto es una buenísima introducción.
Definitivamente no me acuerdo a
quien se le ocurrió el título del canto.
El canto quedó armado. Lo
ensayamos varias veces, se asignó la primera estrofa para las mujeres, la
segunda para los hombres y el resto para ambas voces. Quedando montado, lo
dejamos listo para presentarlo al resto del grupo.
Platicando con Mando al hacer
este escrito me recordó de un significativo hecho que sucedió ese día: Terminamos
la junta y salimos de casa de mi madre, la cual su fachada da frente al Cerro
de la Silla. No recuerdo si ese día se nubló, tal vez lloviznó pero, ya fuera
de la casa y parados sobre la calle Marsella vimos un majestuoso arco iris que
había aparecido sobre la insigne montaña regia… Sobra decir la emoción que en
esos momentos esto causó en nosotros y que hoy puedo decir fue un regalo de
Dios para indicarnos que lo que habíamos hecho “era bueno” ante sus ojos.
El canto gustó mucho al grupo,
pero lo que no se me olvida cuando lo interpretamos ante todos fue la cara de
los animadores y las miradas como de complicidad y asombro que intercambiaron
entre ellos y los auxiliares de asesor, así como la mirada de Sor Eva, su
expresión de emoción en el rostro y, creo que, alguna lágrima que a fuerza de
su voluntad no dejó que saliera libremente.
La canción fue un éxito en la
FAI, el padre Agustín quedó encantado y el resto de los grupos la acogió con
mucha alegría. Cabe aclarar que éramos los más chicos de la comunidad junto con
los grupos de la misma camada: el 11 de Linda Vista y el 12 de Irapuato.
Ninguno del Grupo 10 supimos lo
que habíamos creado.
Cuando
vivimos nuestro EAN nos fue descubierto el velo que cubría nuestros ojos y
nuestra mente e Historia de una Alianza
alcanzó todo el valor que el trabajo en comunidad de los que intervinimos por
la inspiración que, sin lugar a dudas, Dios sembró en todos y cada uno para
componer el Canto.
Al
terminar el Caminar y encontrarme, como ya comenté, con hermanos que me
presentaban como el autor, me di cuenta que en realidad la canción era del
Grupo 10 y a partir de ahí he tratado de dar a conocer la autoría real de la
canción.
Es
quizá el único legado de un grupo nacido en la adversidad pero que vivió a su
manera y enormemente la experiencia de Comunidad Juvenil y que, seguro estoy,
acudirá al llamado de los hermanos en caso necesario.
Hoy,
que escribo esto a raíz del 25 aniversario del grupo 20 del cual fuimos
animadores, me doy cuenta que en realidad el verdadero autor de Historia de una Alianza es una mujer
dedicada a Dios, que acaba de cumplir 60 años de vida consagrada, que ha sabido
mantener su palabra ante Dios, quien supo ver el talento en unos muchachos e
hizo que cada uno de ellos dieran algo de sí mismos, desarrollaran sus
habilidades y capacidades, las aplicaran para el bien de ellos y de sus
hermanos logrando regalar a la Gran Comunidad un canto que encierra tanto
significado para todos y cada uno que, mereciéndolo o no, portan en su pecho un
Arco Iris.
Gracias,
Sor Eva…
En
reconocimiento a Mi Grupo 10…
Todo
para gloria de Dios…
Guadalupe, N.L. a 1 de agosto de 2012