El hijo predilecto
por ralero
Una tarde de primavera me
encontraba orando, de rodillas y con el rostro en el piso, en la capilla del
Santísimo del templo de San Juan Bosco, en la Alta Vista. En aquella época de
mi juventud me encontraba yo en el clímax de mi vida espiritual.
“Rafael” Le escuché decir.
Al instante me sentí inundado de paz.
“Tú eres mi hijo predilecto”
me dijo.
“Pero, ¿y los demás?” le
dije yo unos segundos después y un poco preocupado.
“No te aflijas” me contestó
(en su eterna sabiduría) “los demás no lo saben” y continuó diciendo “unos, los
pocos, porque viven disfrutando que son mis hijos predilectos y el resto, porque
viven preocupados pues no han descubierto que son también mis hijos predilectos…”