Hoy tuve un sueño extraño.
Era de día y salía con mi familia. Era una ocasión especial porque salimos a comprar una casa en un fraccionamiento privado. El fraccionamiento estaba muy padre: tenía alberca, área común, un saloncito para eventos. Fue a esta área a donde llegamos en la cual nos esperaba un promotor.
Era de día y salía con mi familia. Era una ocasión especial porque salimos a comprar una casa en un fraccionamiento privado. El fraccionamiento estaba muy padre: tenía alberca, área común, un saloncito para eventos. Fue a esta área a donde llegamos en la cual nos esperaba un promotor.
Estábamos
muy entusiasmados porque, por fin, íbamos a tener una casa nueva...
Llegamos
al fraccionamiento y nos dirigimos a la casa club, frente a la alberca, en el
interior del edificio estaba una docena de mujeres, al parecer escuchaban una
plática de alguien que no pude ver. Hacia el lado contrario estaba una sala
donde nos aguardaba el vendedor.
-Buenos
días- dijo saludando y poniéndose de pie- ¿listos para firmar el contrato?
-Buenos
días, listos para la firma- le dije y tomamos asiento mi adorada esposa y yo
frente a él.
Estaba
yo sentado en el lado derecho del sofá, Gaby a mi izquierda y los niños se sentaron a la
izquierda de ella en sillones individuales, primero Sebastián y, después,
Fernanda. Al centro, una pequeña mesa sobre la cual estaban unos papeles.
-Muy
bien- dijo el asesor mirándonos a mi adorada esposa y a mí - ahora solo falta
un requisito: Tienen que embarazarse, abortar y entregarnos el producto...
Un
sentimiento de sorpresa que se transformó en indignación se apoderó de mí y se
manifestó en mi cara, luego Gaby y yo nos miramos uno al otro con una cara de
incredulidad; me puse de pie, ahora enfurecido y molesto y le grité al
vendedor:
-
¡Claro que no...! ¡Eso nunca! - y volviéndome a mi familia- ¡vámonos, salgamos
de aquí!
El
resto de la familia se puso de pie y caminamos hacia la salida, a excepción de
Fernanda que caminó en dirección a las mujeres que estaban oyendo la plática,
pasó cerca de ellas y luego salió del edificio por otra de las puertas.
-
Fuiste a escuchar de qué les hablaban, ¿verdad? – le pregunté a mi hija…
Entonces
me desperté. Eran las 4:30 am. Volví a dormirme con una rara sensación en mí.
Con un extraño sentir en mi alma.
Enviado
desde el iPhone de ralero
arquitecto,
músico, poeta y loco
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