Estaba decidido.
Yo quería llevar a Cristo en mi vida siempre y que el mundo
supiera que yo le seguía.
A cinco años de haber pasado el medio siglo de vida se me
ocurrió hacer algo que nunca había pensado: un tatuaje...
No estaba seguro si grabar en mi piel el nombre de mi
adorada esposa, o unas espinas en mi brazo o una cruz en mi omóplato derecho...
como que uno llega al viernes y pienso en locuras o chiflazones...
Pensando al respecto, me alisté para salir a caminar al
parque para hacer mi rutina de ejercicio indicado por el doctor después de mi
operación.
Llevaba ya mi primera vuelta cuando me alcanzó, caminando
también, un joven de cabello largo y barba que llevaba una camiseta que decía
“Yo ❤️ a Dios”.
- ¿Cómo vas, Rafa? - me preguntó.
-Bien, gracias, en la segunda vuelta ya- le contesté.
- ¿En la segunda, de cuántas?- me dijo.
-En la segunda de cinco...- le dije.
- ¡Qué bien! - dijo- llevas casi a la mitad de la carrera.
Mientras caminábamos pude notar en su brazo derecho un
tatuaje y aproveché para preguntarle.
-Oye- le dije- veo que tienes un tatuaje en tu brazo, ¿qué
opinas de que alguien a mi edad se haga uno? Tengo el antojo, si pudiera
llamarse así, de hacerme uno, pero no se si tatuarme el nombre de mi adorada
esposa o el nombre de Jesús o una cruz…
- ¿Si sabes que la Iglesia no está de acuerdo en que se tatúe
el cuerpo? -Me dijo.
-Sí – le contesté- algo he leído al respecto pero, por otro
lado, pues a mi edad y con mis achaques no puedo donar sangre, ni creo que
pueda donar mis órganos cuando me vaya…
-Pues creo que al final de cuentas – me dijo Él- es una
decisión personal, y está función del por qué quieras hacerlo… de hecho, yo,
tengo un tatuaje en mi espalda con tu nombre…
- ¿De veras? - exclamé yo con asombro - ¡Tienes un tatuaje
con mi nombre en tu espalda?
-Sí, mira – me contestó quitándose la camiseta y dándome la
espalda -míralo, abajito de mi omóplato izquierdo…
Miré su espalda y tenía cientos de nombres tatuados y sí…
debajo de su omóplato izquierdo había un tatuaje con mi nombre… hecho con un látigo
un viernes, como hoy, hace muchos siglos atrás…
Enviado desde el iPhone de ralero
arquitecto, músico, poeta y loco
No hay comentarios:
Publicar un comentario