lunes, 8 de marzo de 2021

LA MUJER, FUENTE DE VIDA

por ralero /110308

 

Sin pretender descubrir el hilo negro ni lisonjear a la eterna compañera del hombre, este día internacional de la mujer me llevó a reflexionar en ella, más profundo que de costumbre. Tras pensar un poco en la posibilidad de escribir mi frase favorita acerca de ellas en el facebook “no sé qué haríamos en esta vida sin la mujer, y no quiero averiguarlo…” opté por desecharla junto con algunas otras de mi cosecha surgidas en días internacionales de otros años.

El recuerdo de mi abuelita, quien mañana cumplirá un mes que se nos adelantó al encuentro del Señor, me puso a pensar en la mujer que ella había sido: luchona, valiente, animosa, cariñosa, dulce, trabajadora. Ella había sido fuente de vida e inspiración para nueve familias, familias que continuaban creciendo y seguían, o debían seguir, siendo otras tantas fuentes de vida e inspiración.

Fue aquí donde me cayó el veinte.

La mujer es la fuente de la vida del ser humano. Por lo menos en mi vida, tal vez por las circunstancias que la han delimitado, la mujer ha sido un elemento importante en ella.

Empezando por el simple y complicado hecho de darnos literalmente la vida cuando nacemos, inicia en nuestra existencia ese regalo de “darnos vida”, su alimento, su abrazo, sus mimos y hasta sus regaños. Sus desvelos, sus cuidados, sus atenciones, su tiempo. Para la primera mujer de nuestra vida todo es dar, todo es darse.

Crecemos un poco y nos topamos con otra mujercita que es nuestra hermana, aquella que nos cuidó por ser la mayor o que nos puso gorro por ser la menor; o a la que, como misión impostergable de hermano, la estuvimos molestando por toda la infancia (o hasta la fecha).

Después nos topamos con otra mujer cuyo don de mando sobre nuestra progenitora nos sorprende, y que nos cautiva con sus historias, sus regalitos, sus arrumacos, su comida tan rica y a quien, sin saber uno por qué, somos su centro de atención cuando la visitamos. Su cabello cano y sus regalos de navidad son las características de esta mujer, que nos contagia su vida, nos enseña con su experiencia, sigue siendo a pesar de sus años, fuente de vida. (Abuelita, te extraño…)

Seguimos creciendo y nos topamos con otra mujer que, sin quererlo uno, pasa a ser el centro de nuestra vida, luz de nuestros ojos, latir de nuestro corazón… es aquella chica del barrio, o esa muchacha de la escuela, o la amiga de la hermana… es el primer amor, nuestro primer encuentro con la mujer, encuentro que ¡vaya que nos da vida! De no sé donde somos capaces de ser el mejor del equipo, el más veloz del salón, el más cómico de la raza, aprendemos a cantar, tocar y hasta componer una canción y, lo que nunca nos imaginamos, somos capaces de comprar (o tomar del jardín del vecino) el más bello ramo de rosas…

Esa muchacha se transforma en nuestra pareja (después de no sé cuantos diferentes intentos…) y en el amor de nuestra vida y comenzamos a vivir una nueva etapa como esposos (o algo parecido), en donde ella le imprime a ésta nueva vida… De nuevo la mujer vuelva a ser fuente de vida para uno. Deja uno a su padre y a su madre, a sus amigos, para unirnos a ella y formar una familia. Y descubre uno que puede ser feliz en este mundo.

Y estás en la plenitud de tu vida con ella cuando otra mujer se aparece en escena robándose la atención de tu amada, arrebatándotela prácticamente de tu diario vivir y se convertiría ella en cruel enemiga si no fuera porque sus ojos son los de tu mujer, el cabello es el de tu amada, y si su mirada hacia ti como si fueras el hombre más importante del planeta no te conquista, con el mínimo esfuerzo echa por la borda todas las preocupaciones del día y le inyecta a éste tanta alegría cuando, al llegar del trabajo, ella te asalta, te abraza, te da un beso y te llama dulcemente: “¡papá…!!!”. Nuevamente la mujer, en ese capullo de niña, vuelve a ser fuente de vida.

Quizá sea un escrito muy color de rosa (muy ad hoc al día, ¿no?) pero es lo que me ha tocado vivir. Por eso no atiné a escribir otra cosa en el facebook que:

“Gracias por la mujer en mi vida, felicidades mujeres del mundo”

lunes, 1 de marzo de 2021

ENTRE VECINOS

por ralero / 210301 


-Hola, vecina. 

-Hola, vecino. 

-¿Qué le pasa, vecina? La veo cansada pero, sobre todo, triste... ¿se siente bien? 

-¡Ay, vecino...! Pues que le cuento... pues sí, estoy cansada, ya no soy tan joven, como usted comprenderá... y con el tumor en mi pancita, pues a veces me siento bien y otras no tan bien... 

-Ay, vecina... pues anímese... y me imagino que peor porque no la dejan salir de casa, ¿verdad?

-Pues sí, así es vecino... y no es por hacerme la víctima pero se me hace que ya me queda poco tiempo... y lo que me tiene preocupada es cómo va a reaccionar mi mamá cuando me vaya... se va a poner triste, muy triste... 

-No piense en eso, vecina, ya verá que la cosas van a mejorar... pero, como quiera que sea, le prometo que yo voy a velar por su mamá y por su papá... cuando lleguen a su casa saldré a recibirlos y, si usted no llegara a estar, los saludaré con mucho entusiasmo para que se sientan bien recibidos... 

-¡Muchas gracias, vecino! Ahí se los encargo y también a mis hermanitos, aunque ellos ya están grandes no dejan de ser unos niños... 

-Despreocúpese, vecina, yo velaré también por ellos además de los míos... 

-Gracias... ¡muchas gracias...! 

... 


-¡Holaf,  Olaf, ¿cómo te lo vaf?!- le dije al perrito de grisáceo pelaje, (que para mí se parece a Buck, de la Era de Hielo 3) mascota de mi vecino, y que se acercaba a mí moviendo su rabo, alegre, como recibiéndome... 

-¿Cómo te estás portando, Olaf? ¿Bien?- le dije mientras se restregaba contra mi pierna derecha y yo le acariciaba su cabeza, la cual alzaba respondiendo a mi gesto. 

- ¿Cómo está todo por aquí? ¿Estás cuidando también mi casa?- le dije mientras volteaba a mirarla... -¿ Cómo te lo va, Olaf?¿Extrañas a Mía?- continúe diciéndole a la par que me incorporaba y dejaba de acariciarle, "Nosotros sí, y mucho" pensé... 

Entonces seguí mi camino y crucé la calle rumbo a mi Hogar, dulce Casa, mientras Olaf, trotando al paso, se encaminó rumbo a la suya. Al llegar a la rampa de la cochera, dio una vuelta sobre si mismo y se sentó, cruzando sus patas delanteras y siguió con su mirada mi caminar y, podría jurar que, entre el pelo crispado y rebelde de su cabeza me hizo un guiño con su ojo bueno... 



En memoria de Mía, que era nuestra... 

Aunque, en realidad, nosotros éramos suyos...