por ralero / 210301
-Hola, vecina.
-Hola, vecino.
-¿Qué le pasa, vecina? La veo cansada pero, sobre todo, triste... ¿se siente bien?
-¡Ay, vecino...! Pues que le cuento... pues sí, estoy cansada, ya no soy tan joven, como usted comprenderá... y con el tumor en mi pancita, pues a veces me siento bien y otras no tan bien...
-Ay, vecina... pues anímese... y me imagino que peor porque no la dejan salir de casa, ¿verdad?
-Pues sí, así es vecino... y no es por hacerme la víctima pero se me hace que ya me queda poco tiempo... y lo que me tiene preocupada es cómo va a reaccionar mi mamá cuando me vaya... se va a poner triste, muy triste...
-No piense en eso, vecina, ya verá que la cosas van a mejorar... pero, como quiera que sea, le prometo que yo voy a velar por su mamá y por su papá... cuando lleguen a su casa saldré a recibirlos y, si usted no llegara a estar, los saludaré con mucho entusiasmo para que se sientan bien recibidos...
-¡Muchas gracias, vecino! Ahí se los encargo y también a mis hermanitos, aunque ellos ya están grandes no dejan de ser unos niños...
-Despreocúpese, vecina, yo velaré también por ellos además de los míos...
-Gracias... ¡muchas gracias...!
...
-¡Holaf, Olaf, ¿cómo te lo vaf?!- le dije al perrito de grisáceo pelaje, (que para mí se parece a Buck, de la Era de Hielo 3) mascota de mi vecino, y que se acercaba a mí moviendo su rabo, alegre, como recibiéndome...
-¿Cómo te estás portando, Olaf? ¿Bien?- le dije mientras se restregaba contra mi pierna derecha y yo le acariciaba su cabeza, la cual alzaba respondiendo a mi gesto.
- ¿Cómo está todo por aquí? ¿Estás cuidando también mi casa?- le dije mientras volteaba a mirarla... -¿ Cómo te lo va, Olaf?¿Extrañas a Mía?- continúe diciéndole a la par que me incorporaba y dejaba de acariciarle, "Nosotros sí, y mucho" pensé...
Entonces seguí mi camino y crucé la calle rumbo a mi Hogar, dulce Casa, mientras Olaf, trotando al paso, se encaminó rumbo a la suya. Al llegar a la rampa de la cochera, dio una vuelta sobre si mismo y se sentó, cruzando sus patas delanteras y siguió con su mirada mi caminar y, podría jurar que, entre el pelo crispado y rebelde de su cabeza me hizo un guiño con su ojo bueno...
En memoria de Mía, que era nuestra...
Aunque, en realidad, nosotros éramos suyos...
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