miércoles, 8 de agosto de 2012

UNA DAMA DE PONCHO ROJO

por ralero

Este domingo me desperté lo suficientemente temprano para ir a misa de 11:15 en la capilla de San José de la Flores, cercana a mi casa, (que en realidad es la casa de mi adorada esposa).

Llegamos tarde porque precisamente ese domingo cambiaron la  hora para las 11:00 y como teníamos un mes de no asistir a misa ahí no supimos hasta que llegamos. Supongo yo que ya hay más sacerdotes en la parroquia y acomodaron la misa a una hora puntual (no sé cómo se dice). El coro estuvo más afinado, sobre todo porque ahora es el de jóvenes, o a lo mejor es el de niños pero lo dirige el joven que estuvo promocionando el coro de jóvenes para la misa de domingo a las 7:00 pm. Antes cantaba el coro de adultos…

Las lecturas hablaron sobre el pan bajado del cielo: el maná en el Antiguo Testamento y Jesús en el Nuevo. La homilía del padre estuvo amena haciendo la comparación con la preparación del cristiano con la preparación del deportista de los juegos olímpicos.

En el regreso traje en mi mente durante todo el camino (bueno, en realidad 3 cuadras) la rola de: “Este si es el pan que bajó del cielo…”. Llegamos a casa y encendí la tele para ver (o más bien escuchar) los juegos olímpicos mientras preparábamos de almorzar. Terminamos de almorzar y, mientras mi adorada esposa se dispuso a forrar libros y libretas de los niños para la escuela, encendí la compu para trabajar en algunos escritos y videos que tengo pendientes de terminar.

Como es mi costumbre, revisé mi correo y el facebook para ver si tenía publicaciones y leí los encabezados de las principales noticias en la red…

Fue entonces cuando me enteré.

Chabela Vargas había fallecido ese día por la mañana. Como suele ocurrir con este tipo de noticias, subí a la recámara a ver a la forra de mi mujer quien se hallaba forrando libros. Me senté a su lado y con un dejo de tristeza le comuniqué la noticia: “Murió Chabela Vargas…”

Me miró con todo el amor de que es capaz, y que es mucho, y puso una cara de ternura al adivinar en mi ojos una leve humedad que a fuerza de mucho trabajo interno y personal no permití que saliera a la luz. “¿Estás llorando?” me preguntó, “claro que no” le dije… dirigiendo la mirada hacia otro lado y ella, enfocándose de nuevo a las libretas dijo: “es que ya estaba muy grande y aparte, como se le ocurre viajar estando enferma…” Hace algunos días habían dado la noticia de que estaba grave y lo habíamos estado comentando.

Y sí. Chavela acababa de dar un concierto el 10 de julio en España para presentar el disco “Luna Grande” con poemas de García Lorca; había volado de México a Madrid exclusivamente para dar ese concierto. Dos días después fue hospitalizada allá por un cuadro severo de fatiga, pero no quiso quedarse e insistió en volver a México regresando el 26 de ese mes.

El 30 de julio fue internada en un hospital de Cuernavaca, con problemas crónicos en corazón, pulmones y riñones; no quiso ser entubada ya que ella quería tener una muerte natural, ya que como era una chamana, eso podría impedir la transición.  Cuando se le preguntó que si se arrepentía de haber hecho ese viaje respondió: "Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos, y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país."

Yo, a Chavela, sólo la conocía de oídas y por referencia de José Alfredo, ya que en algunos de mis escritos investigué algo respecto al guanajuatense. Me gustan mucho las canciones de José Alfredo pero más que con mariachi, me gustan con arreglos interpretadas sólo con guitarra o piano. La que más me gusta es la de “Amanecí en tus brazos”. De hecho me gusta cantarla aunque siempre lo hago a solas  y generalmente a capela.

A Chavela la (re)descubrí por Joaquín Sabina.

En 1994 Sabina sacó el disco “Esta boca es mía”. El disco me gustó mucho pero, paradójicamente, la rola que menos me agradó y que incluso no incluí en la grabación del casete correspondiente para traer en el carro fue la de “Por el boulevar de los sueños rotos”.

Aunque la rola era una balada rítmica, que es el género que más me gusta del cantautor, no me llamaba mucho la atención la letra, que estaba dedicada completamente a Chavela: “En el bulevar de los sueños rotos vive una dama de poncho rojo, pelo de plata y carne morena”. Creo que es una composición bien lograda en la que describe muy bien a la Vargas, pero siento que carece mucho de la riqueza literaria y lingüística que caracterizan las letras sabinianas.

No fue sino hasta 1999 cuando Sabina sacó el disco “19 días y 500 noches” en el que canta a dúo con la Vargas: “Noches de boda”, que para mi gusto es una de las mejores del disco y cuya letra encierra una serie de frases y verdades de la vida ó de lo que debiera ser ésta, en que dediqué mayor atención a Chavela. La interpretación me gusta mucho, combinándose de una manera en la que se logran acomodar y armonizar dos voces que, en realidad, dejan mucho qué desear pero que son el sello personal de cada uno.

A partir de allí, escuché más a Chavela Vargas descubriendo la riqueza de su modo de interpretar la canción ranchera y el bolero.

Hace algunas semanas, el sábado 7 de julio próximo pasado para ser exactos, en aras del esparcimiento y recreación personal, me dediqué a buscar en You Tube las mejores rolas (bueno, en realidad las rolas que más me gustan) y en un afán de contaminar de buena música las iba compartiendo en facebook mientras las escuchaba. Entre ellas desfilaron: “Es por ti”, de cómplices; “Andar, andar”, “Dónde estés” y “Talismán” de Mocedades; “Una de piratas” de Serrat, “A la sombra de un león” de Sabina; “Todo es mentira” de Aute. Y entre una página y otra me topé con un concierto de Chavela Vargas, Víctor Manuel y Sabina realizado en los madrides intitulado: “Homenaje a José Alfredo”.

Sobra decir que dejé de publicar en facebook y me dediqué a disfrutar del mencionado concierto.

No me considero un fan de hueso colorado de la Vargas, pero me duele su partida.

Debo decir que nadie canta como ella las canciones, sobre todo, las de José Alfredo, aunque más que una voz, Chabela es un sentimiento.

“¡Vámonos donde nadie nos juzgue, donde nadie nos diga que hacemos mal; vámonos, alejados del mundo donde no haya justicia, ni leyes ni nada no´mas nuestro amor…!!!” (Vámonos, José Alfredo Jiménez)



Descanse en paz, Chavela Vargas…

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