Como
toda familia de nuestro ámbito estamos influenciados por el entorno social,
económico, tecnológico y cultural de nuestra época y tal influencia llegó a su
límite hace algunos días cuando en la familia perdimos el control.
No
nos habíamos dado cuenta de lo que estábamos perdiendo quizá porque al estar
todos absortos con los roles y tareas de cada uno nos pasó desapercibido.
Llegué a pensar en algún momento que había sido yo el responsable por dejar el
mando a la deriva, pero los hechos apuntaban a que había sido mi hijo el
responsable.
Las
cosas llegaron a su grado máximo una tarde entre semana en que llegamos a casa
después de escuela y trabajos y nos sentamos a la mesa a comer.
Tras
una breve discusión y un pequeño intercambio de acusaciones coincidimos en el
hecho en que mi hijo había sido el responsable y, no sé si me excedí, en vista
de que no hacía nada para remediar la situación le prohibí el uso de la tele y
de la computadora.
Después
de comer, los niños se dedicaron a realizar su tarea escolar y yo me quedé en
casa trabajando con la computadora en un reporte mensual que debía entregar.
Mi
hijo hacía sus deberes escolares en la sala, sentado en el sillón de dos plazas. Después
de un rato dejó su cuaderno en el descansa brazos del sofá y el lápiz sobre el
cuaderno y subió a la segunda planta.
Sin
quitar la vista de mi computadora, escuché el ruido del golpe de la libreta y
el lápiz que se cayeron del sillón; sin inmutarme, pude ver por el
rabillo del mi ojo izquierdo los útiles tirados en el piso.
Llegó
mi hijo y, al no ver su libreta en el sofá, caminó alrededor de éste hasta que
la descubrió en el piso y la recogió; sin embargo, el lápiz no estaba. Se tiro
de cara al piso y buscó su lápiz por debajo de los sillones, encontrándolo
debajo del de tres plazas.
“Papá”
gritó de pronto “¡mira…!” me dijo con voz triunfante. Giré mi cabeza hacia la
izquierda, en dirección a él y lo vi hincado en el piso, con su rostro feliz,
con su brazo izquierdo apoyado en el love seat y con su mano derecha en alto
sosteniendo el control remoto de la TV que habíamos perdido.
El
resto de la tarde, al terminar la tarea y mientras yo seguía trabajando, los
niños se dedicaron a ver a algunos programas en el televisor.
Por
fin, la familia había recuperado el control que habíamos perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario