viernes, 31 de enero de 2014

LA PARROQUIA DE SAN JUAN BOSCO

por ralero



La familia llegó a la zona sur de la Sultana del Norte allá por los años 70 estableciéndonos en la casa con el número 252 de la calle Cataluña de la colonia Nueva España, vecina de la colonia Alta Vista.

En ese entonces la colonia estaba casi recién fraccionada. Las calles eran de doble sentido y estaban asfaltadas, a excepción del tramo de Hamburgo, entre Tokio y Sevilla, y el mismo tramo pero en la calle Marsella, aunque creo que en realidad ésta última había sido de las primeras que se pavimentaron y ya tenían baches y deterioro para cuando llegamos, al igual que la lateral oriente de la Ave. Tecnológico (hoy Eugenio Garza Sada) que junto con dos carriles en cada sentido y otra lateral del lado poniente, conformaba la gran avenida que dividía la colonia de norte a sur.


Al principio que llegamos a la colonia, tengo la imagen que en la manzana rodeada por las calles de Hamburgo, Tokio, Marsella y Viena no había construcción alguna desde la calle de Tokio hacia el oriente y lo único que había era el edificio del Quick Learning, que en ese tiempo era el Internado del Aspirantado de las Hermanas Salesianas o mejor dicho de las Hijas de María Auxiliadora[1], cuyas residencias y colegio se encontraban en contra esquina, en las calles de Hamburgo y Valencia, abarcando toda la manzana, hasta el Arroyo Seco al sur y hasta la calle Junco de la Vega al oriente, que en aquella época era una vereda a través del monte que llegaba al Arroyo Seco el cual se cruzaba saltando entre piedras que sobresalían del agua (cuando llevaba) y conectaba con la calle pavimentada al otro lado ya en la colonia Contry Tesoro. Al lado del edificio del aspirantado existía ya la casa de mis primos Valero Chávez.

En el tramo oriente de Hamburgo en la acera sur, como ya comenté, estaba y está el Colegio Instituto Excélsior. Por aquellos años por el mes de mayo (supongo yo que todavía en estos tiempos) el colegio ofrecía un festival para el día de las madres en las canchas del mismo para lo cual acomodaban sillas en dicha explanada en las que se sentaban las mamás a disfrutar del espectáculo ofrecido por sus hijas, acompañando el susodicho con refrigerios vendidos por la misma tiendita del colegio y, no sé a razón de qué (a reserva de quienes teníamos hermanas en el Excélsior) algunos de la raza entrábamos a la fiesta y al terminar ésta, ayudábamos a las hermanas a recoger sillas y envases. Al terminar dicha actividad nuestra buena acción era recompensada con alguna tarjeta que contenía una foto de algún paraje o planta y una frase alusiva de mensaje positivo o incluso, alguna vez, con alguna medalla con la imagen de Don Bosco o María Auxiliadora.

Sobre la calle de Hamburgo hacia el poniente y llegando a Garza Sada estaba un terreno baldío que colindaba con el antiguo Hotel La Silla, que estaba lleno de murciélagos, en dicho terreno estuvo posteriormente la bodega de Matz autopartes y actualmente Burger King y el Oxxo. Después estaba el abandonado Hotel la Silla, cuyos ventanales fueron el blanco en numerosas competencias de tiro con piedra o con hulera. Actualmente dicho edificio es el distinguido y connotado albergue de los salones de El Tío Eventos. El área donde está el lavado de carros fue siempre un terreno baldío hasta hace relativamente poco que fue estacionamiento y luego lavado, en la esquina está el Firestone, que tiene ahí muchos años, los últimos ya abandonado.

En la siguiente manzana hacia el norte llegamos a la esquina con la calle Pernambuco (hoy Ave. Luis Elizondo ), fue durante mucho tiempo un lote baldío en cuya esquina nor-poniente estaba el famoso estanquillo Toma y Daca, el cual en su tiempo era una de esas tiendas en la salida de la ciudad en la cual vendían cheve, hielo, turcos, dulces regionales, postales y recuerdos de la ciudad.

Al norte está el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, alias Tecnológico de Monterrey, aunque por aquellos días solo existía hasta aulas V, del Tec lo que recuerdo es que muchas veces nos colábamos a las canchas de tenis y frontón[2] a jugar hasta que nos sacaba algún guardia, en el estricto cumplimiento de su deber.

Siguiendo por la acera del Tecnológico llegamos hasta la calle Los Naranjos, hoy Junco de la Vega, donde su ubica el estadio al cual también solíamos colarnos para ir a correr a la pista o a hacer las famosas gradas: correr subiendo y bajando por las escaleras de las gradas de sol, con lo que se hacía un buen chamorro. Al norte del estadio, en la siguiente cuadra estaba el centro cultural Naranjos, a donde alguna vez fui con algunos mas de la raza a ver alguna película en el cine club que tenía el Tec, más que todo como un servicio al alumnado foráneo que estudiaba ahí. El centro cultural era sede además de oficinas y aulas de ensayo de Difusión Cultural del Tec, que después fue reubicado, construyendo en ese lugar una guardería para los hijos de los trabajadores y empleados del Tec, que es lo que actualmente está funcionando.

Lo anterior es el perímetro en el que principalmente viví en la Alta Vista de niño.

Yendo hacia el sur, regresamos a la Alta Vista por Junco de la Vega rodeando el área de campos deportivos que antes era donde entrenaban los borregos, seguimos algunos metros sobre Luis Elizondo, en la primera bocacalle al sur llegamos a la calle de Bogotá. Seguimos por ésta dos pequeñas cuadras y nos topamos con la Iglesia de San Juan Bosco, encontrándonos en primer plano con el edificio que era el auditorio de la casa parroquial.

La imagen más antigua que tengo del templo es una fotografía en blanco y negro de cuando la iglesia era en sus principios un hangar, situado a campo abierto a varias decenas de metros al sur de la urbanización de lo que es hoy el Campus del Tecnológico de Monterrey; creo que esa foto es del acervo cultural del ITESM que en alguna ocasión vi yo mientras hacía mis estudios profesionales en esa institución.

La Iglesia de San Juan Bosco está situada sobre la calle Carlos Osuna[3] (antes Buenos Aires), frente a una gran explanada de asfalto y como remate a la calle viniendo desde Garza Sada. Aquí en San Juan Bosco fue donde hice mi primera comunión allá por el año de 1972. El sagrado sacramento lo recibí tras la preparación correspondiente que recibimos la generación de primero de primaria en el Regio Contry. En el colegio recibimos la catequesis, clases y pláticas para prepararnos y fue ahí, en el cubículo que en aquel entonces ocupaba el profesor Adrianséns para vender libretas, lápices y borradores, ubicado frente al cobertizo en el edificio del lado norte digamos que en contra esquina de la dulcería, donde fue mi primera confesión, hoy Sacramento de Reconciliación.

La verdad no me acuerdo de la celebración de la misa de mi Primera Comunión en San Juan Bosco, ni de la fiesta. Salvo de algunas imágenes que como flashes del pasado vienen a mi memoria. Yo iba vestido con camisa y pantalón blanco, un saco azul marino y, amarrada en mi brazo izquierdo a la altura del bíceps, una imagen de color blanco. Aunque no estoy seguro si este recuerdo proviene de aquel día o de la foto de dicho evento en la que aparezco con mi padre y con mi tío Pepe, mi padrino, la cual estuvo por mucho tiempo colgada en uno de los muros de la sala.

No sé si todavía en ese año existía, pero recuerdo que en el área del altar hacia el lado izquierdo, mirando de frente al altar, había un púlpito recubierto con mármol gris, al cual se accedía por una escalinata semicircular; el altar era una mesa apoyada sobre una letra “P” intersectada por una “x” y pintadas al frente con un color dorado, a través de las letras se podía ver hacia al fondo el cuerpo del padre o el muro circular también recubierto de mármol gris.

Pegado a este muro había un altar que me imagino era el original de cuando las misas se decían de espaldas a la feligresía. Sobre este altar, aunque no recuerdo bien cómo, estaba el sagrario el cual creo tenía una cortina que corrían para abrirlo; arriba de éste estaba una pequeña losa de concreto sobre la cual estaba la estatua de San Juan Bosco (que actualmente está a la derecha viendo de frente) y que estaba rodeada de ángeles: a sus pies, sus costados y sobre su cabeza.

Hasta este nivel de la estatua (como una altura como de tres metros) estaba sólido el muro curvo divisorio y luego subían hasta la base de la media cúpula columnas rectangulares (también forradas por el mármol gris) y que intersectadas por vigas horizontales hacían unos recuadros a través de los cuales se veía el muro curvo final, que creo estaba pintado de verde y cuya parte posterior se apreciaba en el pasillo entre el cuerpo del templo y el edificio de oficinas y auditorio, y en donde hacia el lado derecho había una tarja, formada en una losa de concreto y forrada con piezas de azulejo o piso color café, en la tarja había una llave de agua donde podías saciar la sed mientras estabas en actividad en esta área de las oficinas parroquiales.

Dentro de la Iglesia, la estatua de San Juan Bosco miraba hacia arriba a la media cúpula que tenía las imágenes de María Auxiliadora y el Niño Jesús, la media cúpula estaba la imagen formada por azulejo bizantino. Esta imagen tenía la ilusión óptica de que al mirarla uno desde cualquier parte del interior del templo, parecía que María y Jesús te miraban directo y fijamente a ti. Dicha imagen fue realizada por un italiano quien trabajaba en una fábrica de azulejo veneciano, aunque aún lo hace hoy pero como asesor pues ya está retirado a sus ochenta y tantos años de edad, pero en su momento tanto la fábrica como el artista (pues no merece otro calificativo) eran los únicos en América que hacían dichos trabajos, valga mencionar que en esa época todo era hecho a mano. La composición completa evoca uno de los sueños de don Bosco[4], mismo que ahora está representado más completo con el mural que se pintó en sustitución de la de azulejo, dañado recientemente en un incendio.

Así mismo, el área del altar estaba rodeada por una balaustrada de mármol en donde actualmente está un escalón, abierta al centro para el acceso al altar con una puerta metálica de doble hoja con el dibujo o forja (un círculo segmentado por rectas) que tienen las puertas metálicas existentes. En esta balaustrada se hincaba uno para comulgar y fui ahí donde me hinqué cuando recibí por primera vez a Jesús Sacramentado.

La sacristía estaba situada antes del lado izquierdo del altar, mirándolo de frente, y en el muro que la dividía con el templo y de cara a éste, estaba el altar a la Virgen de Guadalupe. Al otro extremo del altar principal (del lado sur y al frente) había otro altar, pero no recuerdo a quien estaba dedicado, en esa área era donde se ponía el nacimiento cada navidad.

Desde que empecé a ir a San Juan Bosco el templo tiene los mismos vitrales y por mucho tiempo estuvo quebrado uno situado en el muro norte, creo que en la imagen del cordero; así mismo las estatuas de los santos sobre sus pedestales forrados de mármol ya estaban ahí, de ellas el que más recuerdo a San Martín de Porres.

En aquel entonces, si mal no recuerdo, había cuatro confesionarios hechos con el mismo tipo de madera de las bancas y pintados con el mismo color gris claro, y el mismo tipo de cojín del reclinatorio, al frente tenían una puerta pequeña de dos hojas con el dibujo del círculo segmentado por rectas que tenían y tienen actualmente las puertas metálicas de entrada, de manera que se alcanzaba a ver por el frente qué padre estaba confesando, a cada lado del confesionario había un reclinatorio para que se hincaran las damas, los confesionarios estaban en los muros norte y sur, a mediación entre la puerta central hacia el altar y hacia la puerta principal. En las puertas de acceso a la iglesia, estaban las alcancías para la limosna pero en lugar de las cajas cuadradas que son ahora, tenían entonces la estatua de un monaguillo.

En la esquina sur-poniente del templo, donde hoy están los confesionarios, estaba la pila bautismal separada por una reja a base de redondos y cerchas metálicas y pintadas de color blanco o crema claro, el cuarto del baptisterio tenía puerta al exterior que daba a la banqueta perimetral del templo, frente al campanario y que se unía a la escalinata del acceso sur. En el extremo contrario, esquina nor-oriente, donde ahora es el muro de cooperadores y capilla Mariana, era al acceso al mezzanine y en aquellos días tenía solo la escalera y con unas puertas similares a las del baptisterio, y estaba llena de cosas y arreglos para las diversas temporadas litúrgicas, allí también había un altar pero no recuerdo a quien estaba dedicado. Creo que cuando hicieron la capilla del Santísimo en el extremo oriente, aquí instalaron el altar de la virgen de Guadalupe, posteriormente lo hicieron capilla Mariana con la misma advocación y dejaron una puerta oculta para el acceso al mezzanine.

En la época recién hicieron la capilla del Santísimo en la esquina nor-oriente en la antigua sacristía, y ubicaron los confesionarios en la esquina opuesta, entre éstos y la puerta sur de la fachada principal, con algunos hermanos del grupo 10[5] y del 14 pusimos un periódico mural que actualizábamos cada semana de acuerdo a las lecturas dominicales y al tiempo litúrgico.

Sobre el cuerpo principal del templo, entre el acceso al mezzanine y la primera de las puertas frontales, estaba (y está) la estatua de Jesús recién bajado de la cruz, en un gabinete de madera sólido en la parte inferior (creo que servía de ánfora o alcancía) y la representación del cuerpo de Jesús cuando estuvo muerto con su corona de espinas y lleno de sangre bajo una cubierta de cristal con estructura de madera en las aristas. Junto a éste estaba una pequeña estructura metálica para colocar veladoras.

Obviamente, que  la ubicación de la iglesia casi en el corazón de la colonia tuvo mucho que ver con la vida de la Alta Vista, desde el coro[6] y los grupos parroquiales, hasta el día de San Juan Bosco y sus kermeses.

El área sobre las cocheras se usaba como salón, ahí teníamos las juntas del grupo parroquial, grupo que se inició con los catequistas (yo no fui catequista pero entre a ese grupo por una chica que me gustó, pero esa es otra historia) y algunos colados más; posteriormente casi todos los del grupo acabaron en el coro de la misa de 7, yo ya pertenecía al coro, no estoy seguro de que cantara, pero asistía.

En esta época como parte del grupo parroquial Mando y yo nos encargamos de realizar un nacimiento para ponerse sobre el techo de la entrada principal de la iglesia, en el atrio. Dibujamos sobre placas de hielo seco las figuras de José, María y Jesús en el pesebre, haciéndolas en estilo de vitral (como los del templo), y demostrando nuestro desconocimiento pictórico las coloreamos con pintura de esmalte… ¡la cual empezó a carcomer la placa! Obviamente, tuvimos que volver a dibujar la figura y pintarla junto con las otras con pintura de agua. El nacimiento se colocó adelante y debajo de la estatua de Don Bosco y cercana a la orilla de la losa, para que pudiera verse de cerca. Allí me di cuenta de los dotes de dibujante que Mando tenía y sirvió para conocernos un poco más afianzando nuestra amistad. Creo que a partir de allí, Mando entró al también al coro (aparte de conocer una chica que le gustó pero ésa, también, es otra historia).

En este mismo salón el coro organizó la Casa de los Espantos en la primera kermesse que se organizó con motivo de las fiestas de San Juan Bosco, cuya fecha de celebración es el 31 de enero, dicha casa fue un éxito rotundo, yo no participé mucho en la preparación pero si la recorrí durante las fiestas y créanme… si te sacaba un buen susto.

Las oficinas de la iglesia estaban donde mismo, aunque antes la entrada era por el área de las cocheras. Hacia el norte de las oficinas estaba el auditorio. La primera vez que entré al auditorio fue para ver una obra que organizaron los grandes del coro, había una escena de la obra que representaba el asesinato de Abel en manos de Caín y se representaba detrás de una cortina blanca la cual era iluminada desde el fondo del escenario proyectando las sombras de los actores sobre la cortina de manera que el público veía sólo estas sombras moviéndose, en dicha escena la iluminación cambió rápidamente de blanca a luces de estroboscópicas de colores produciendo un gran efecto para el momento que Caín golpea a Abel. No estoy seguro si en esta escena se cantó la rola de Hombre de Ayer. Pero hoy que lo escribo, creo que esta escena fue la que inició en mí el gusto por las obras musicales.

En este mismo salón durante la kermesse ya citada el coro tuvo a cargo durante varios años la organización de la “disco” que también, siempre fue un éxito teniendo siempre lleno a reventar en cada turno. En ese entonces yo participaba más como guarura en la puerta de acceso y para asegurar que no entraran sin boleto y salieran al acabarse el tiempo.

En el auditorio también se llevaba a cabo el rompimiento de la piñata y el posterior convivio en las posadas que se celebraban en la época navideña. La posada empezaba con los peregrinos en la puerta de las oficinas y se continuaba por las diversas puertas del templo para terminar en la puerta del auditorio con el mencionado convivio.

Aparte de la vida “eclesiástica” y de convivencia de la colonia circunscrita a San Juan Bosco, tengo que mencionar la vida bohemia-deportiva que vivimos en sus alrededores. La amplitud de la calle Carlos Osuna con que remata en el templo fue escenario perfecto para que muchas noches, sobre todo de viernes y sábado, se hicieran pequeños torneos de retas de futbolito entre la raza, en esa temporada en que la calle se convertía en un gran estadio de fútbol era característico que cerca de las 10 de la noche después de visitar a la novia (o el compromiso correspondiente) llegáramos cada uno después de cambiar nuestro atuendo por camiseta, cortos y tenis a formar los equipos para jugar por dos o tres horas soccer, en dónde las porterías eran un par de piedras y la cancha era toda la calle, sólo había saques de banda cuando el balón subía a la banqueta.

San Juan Bosco, fiel a su consigna de velar por los jóvenes, fue mudo testigo de estos partidos de fútbol así como otro tipo de desveladas originadas por la fuerza de atracción no gravitatoria de los sexos opuestos, en cuyo caso los varones siguiendo los dictados del corazón y alentados por el ánimo de ciertas bebidas espirituosas, acompañados por los acordes de algunas guitarras ensayábamos los cantos románticos que minutos después interpretaríamos frente a la casa de la amada como regalo por su cumpleaños, como ofrenda a favor del perdón por alguna ofensa o falta para con ella, o simplemente como muestra inequívoca del profundo amor y admiración por ella. En resumidas cuentas, la escalinata del atrio del templo fue muchas veces el punto de reunión y nuestro salón de ensayo antes de salir a dar serenatas.

Sin lugar a dudas que los habitantes de la parroquia son los que dan vida a la misma, pero dicha vida está liderada por el carisma que el párroco y su equipo de sacerdotes impregnan en la feligresía. Desconozco a ciencia de qué la iglesia recibió la dedicación a San Juan Bosco, ya que no es un templo salesiano (como la parroquia de María Auxiliadora en Linda Vista) pero fue un acierto de los hombres bajo la inspiración divina dicha consagración por ser la Alta Vista, en su nacimiento, una colonia de familias jóvenes, así como la cercanía del Tecnológico de Monterrey con cuyos estudiantes fue llenando la comunidad de San Juan Bosco recibiendo de ésta mucho apoyo y no solo espiritual sino hasta económico.

Hoy que ya no resido en la colonia, y que en ocasiones al visitar la casa materna llegamos a misa a San Juan Bosco, aunque ahora me toca sentarme en las bancas (con mi esposa y mis hijos) que antes miraba yo llenas de otros jóvenes, adultos o familias desde la batería del coro, puedo ver que sigue habiendo juventud pujante y participativa, escucho coros, con buenas voces y canciones, que acompañan a celebrar a nuestro Dios, veo adultos que siguen apoyando en las lecturas, en las ofrendas, en la comunión y, sobre todo, escuchó las palabras de los sacerdotes que llevan a cabo la difícil tarea de guiar una parte del rebaño hacia su Pastor.

Sirva el presente entonces, para hacer un pequeño reconocimiento para todos los sacerdotes que dedicaron parte de su vida a la parroquia de San Juan Bosco, en la Alta Vista y sus alrededores y que tuve oportunidad de ver en acción: Al padre Ponce, por su seriedad y franqueza;  al padre Erasmo con su jovialidad, al padre Charles por su entrega y dedicación a los jóvenes, al padre Cárdenas por su entusiasmo, al padre Hernán por su claridad y su apoyo al coro, al padre Gildardo por su inquietud social y, en general, a todos los sacerdotes que a través de los años nos guiaron, nos regañaron, nos aguantaron, nos motivaron, nos consolaron, en fin, fueron (con la habilidades y debilidades de cada quien) la figura de Jesús en nuestras vidas.

Esto es algo de lo que recuerdo en mis 29 años de vida en la Alta Vista y 24 en que participé de alguna manera en la parroquia…

Gracias a Dios por todo esto que me ha permitido vivir.



Monterrey, N.L. a septiembre 1 de 2012
Tomado del capítulo 16. “Alta Vista de mi recuerdos”, del libro Memorias (o lo que queda de ellas)



[1] Hijas de María Auxiliadora, Instituto Hijas de María Auxiliadora, FMA (del latín Congregatio Filiarum Mariae Auxiliatricis) o Salesianas es un Instituto de religiosas católicas dedicadas a la educación de muchachas en desventaja económica y social o de familias obreras. Fue fundado el 5 de agosto de 1872 por Don Bosco y Madre Mazzarello en respuesta a las necesidades que las muchachas obreras y de origen campesino vivían en medio de la revolución industrial en el Piamonte. Posteriormente se sintieron identificadas con el Sistema Preventivo Salesiano en clave femenina, en la actualidad se cuenta con su presencia en los cinco continentes como una de las comunidades religiosas femeninas y educativas más numerosas de la Iglesia Católica. La participación de las salesianas en numerosas organizaciones educativas, su rol activo en movimientos juveniles parroquiales y su preocupación y estudio de las realidades sociales, económicas y culturales que afectan la situación de la mujer en el mundo, son sus principales características. Fuente: wikipedia.org
[2] Estas canchas fueron sustituidas por aulas y fueron mudadas al terreno adyacente del auditorio Luis Elizondo, en donde hay canchas de basket, fútbol, voli, voli playero, pista para correr, frontón y hasta paredes para escalar; Creo que esta área era donde antes entrenaban los borregos.
[3] El Gral. Carlos Osuna fue un militar mexicano que participó en la Revolución Mexicana. Nació en Tamaulipas. Se afilió al maderismo desde sus inicios y más tarde al constitucionalismo. Perteneció a las fuerzas gonzalistas y luego a las de Francisco Murguía. En 1916 y 1917 fue gobernador provisional y comandante militar del estado de Durango. En 1920 se opuso abiertamente y luchó contra la rebelión aguaprietista que derrocó a Venustiano Carranza. Tiempo después fue senador por Nuevo León y diputado en la XXXVI Legislatura. Fuente: wikipedia.org
[4] A lo largo de su vida Don Bosco tuvo numerosos sueños, el primero de ellos fue a los nueve años en el cual se le manifestó su apostolado. Suman 159 sueños proféticos los que se conocen, unos que tratan sobre su persona y su obra y el resto que tenían que ver con acontecimientos políticos o religiosos. Fuente: www.corazones.org/santos/juan_bosco.htm

[5] Invitado por mi hermano y gracias a la persistencia en sus acciones, participé en el Grupo 10 de Comunidad Juvenil, en el centro Alta Vista; movimiento que tuvo sus orígenes en el carisma salesiano y que actualmente pertenece a la Diócesis con el nombre de FAMDAL y está conformado por grupos de jóvenes, adultos, matrimonios y consagrados cuya misión es la evangelización de la familia.
[6] Formé parte del Coro de la misa de 7 pm desde los 10 ó 12 años (aproximadamente y con sus debidas temporadas activas y no tan activas) hasta que contraje nupcias con mi adorada esposa perteneciente también al coro; el Coro merece y da para un capítulo aparte, ver “El Coro de San Juan Bosco”, capítulo 15 de este libro.

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