lunes, 6 de enero de 2014

UN 6 DE ENERO

por ralero


Hace un poco más de catorce años, cuando estábamos embarazados de nuestro primer bebé mi adorada esposa, en un emotivo arranque de nostalgia, me contó un hecho de cuando vivía su abuelo materno, don Baltazar González Quintanilla, al cual ella quería mucho y con quien tenía un lazo muy especial y quien le cantaba una canción cuando, de niña, ella iba de visita. 

En ese tipo de pláticas que ocurren entre abuelos y nietos, mi adorada esposa le pidió a su abuelo que él no se fuera a ir hasta que no conociera a su (primer) hijo y creo que, en esa bondad infinita que tienen los abuelos para con sus nietos, su abuelo acordó con ella ese trato. 

No creo que don Balta, (con el debido respeto) como le dice mi suegro, haya tenido la desfachatez de prescindir de los designios divinos y que haya empeñado su palabra en un compromiso que él no fuera a cumplir; creo, más bien, que consciente de ello él empeñó su palabra en un hecho: acompañaría a su nieta en el transcurso de su vida y, principal y definitivamente, cuando tuviera a su primer hijo. 

Llegaba pues el mes de enero del año 2000 y estábamos en fechas de que naciera nuestra bebé. Yo, entusiasmado con la idea de cambiar el significado que había adquirido (o que yo le había asignado) al 12 de enero, deseaba con fervor que mi hija naciera ese día. Eso, a la par de cambiar el sentido de mi vida por su nacimiento modificaría también para siempre el significado de dicha fecha. 

Pero no contaba yo con la astucia de don Balta (y, sin duda, con la caballerosidad de mi padre) quien después de ciertas negociaciones, algunas bebidas y un poco de bohemia convenció a don Rafael del fuerte compromiso que tenía para con su nieta y que, en todo caso, sería un gran detalle de mi padre para con su nuera (mi adorada esposa), por lo que puestos ambos de acuerdo abogaron ante el Creador para que la niña naciera el 6 de enero, mismo día del nacimiento de su bisabuelo Baltazar con la concesión (muy probablemente gestionada por mi padre) de que fuera el que arriba rubrica quien le pusiera el nombre a la criatura. 

Fue así como el jueves 6 de enero del año 2000 (el último del siglo pasado) un poco antes de las 17:20 hrs después de un largo y arduo trabajo de parto por parte de su madre (sin éxito, pues fue cesárea) vió la luz en este Tercer Planeta nuestra hija: 

Clariza Fernanda Valero Torres

Desestimando alinearme a la tradición que la fecha imponía prescindí de nombres tales como Epifanía, Reina, Melchora, etc. y opté por proponer su actual nombre: Clariza por madre y abuela, y Fernanda... que me gusta a mi. Contando finalmente con las debidas licencias y aprobaciones conyugales fue bautizada así algunos meses después. 

No me queda, finalmente,  más que dar las gracias por la atención prestada a esta última manifestación de celebración por el cumple de Fer y agradecer, también, a todos por sus saludos y felicitaciones para con ella, agradecer a Dios por la bendición de tenerla como hija y desear muchas felicidades a Fer en el primer día de su año número quince que, confío en el Señor, será el siguiente de muchos y el cual podamos celebrar gozosos en trescientos sesenta y cuatro días más...


Guadalupe, N.L. día de los Santos Reyes del año del Señor de 2014



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