El alboroto era enorme en el cielo.
Los ángeles volaban de un lado a otro cumpliendo las tareas que les habían sido encomendadas: algunos se movían con rapidez llevando túnicas recién blanqueadas, unos serafines repasaban las voces del Gloria; algunos querubines remendaban alas que llevaban ya muchas horas de vuelo... todos bajo la supervisión de Gabriel, Miguel y Rafael.
Era la algarabía típica de la Plenitud de los Tiempos.
Entre ellos quien estaba más a las carreras y enjundioso era Dios que se movía entre todos...
-¡Miguel, Rafael...!- les llamaba el Creador.
-Aquí estamos, Señor- contestaron al unísono.
-¿Terminaron de pulir la Estrella?
-Sí, Dios mío- contestó Miguel- quedó relumbrante.
-¿Y aprendieron las voces los serafines?-continuó preguntando el Todopoderoso.
-Si, Señor- dijo Rafael- el rey David nos ayudó con el coro.
-Y, ¿Gabriel?-preguntó Dios.
-Sigue con los peregrinos, nos avisará cuando lleguen al portal...
-Bien, bien...- murmuró Yavé
-Señor, Señor...- le dijo Rafael interrumpiendo- estás... te veo un poco ansioso...
-Si, Rafael, dices bien- dijo Dios, entonces suspirando y continuó- es que...
voy a ser Papá...
Monterrey, N.L. día del padre de 2017
Muy bonito relato
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