por ralero
Dicen
que recordar es volver vivir.
No
sé si tengan razón, pero después de un ajetreado sábado que inició con la
descompostura del Blue, media jornada de trabajo, una comida sustanciosa en
casa de mi santa madre de Dios hija, compras en el Mercado Juárez, un costeo de
materiales en Home Depot y asistir a la Santa Misa para cumplir con el precepto
dominical tuve la oportunidad de reunirme con dos de mis amigos en casa de uno
de ellos.
La
noche estuvo especial. Acompañados por nuestras respectivas y adoradas esposas
así como de nuestros queridos hijos (quienes
se perdieron entre las diversas áreas de la casa, a excepción de la hora de la
cena) departimos por unas horas al calor de unas cervezas frías, un sabroso
tequila y dos guitarras (olvidé la tercera
en casa).
Con el apoyo tecnológico del iPod de la comadre Laura para las letras, con la inconfundible voz del compadre Enrique, el acompañamiento en la guitarra
de Mando y el infructuoso intento de mi voz para hacer la segunda voz cantamos a José
José, Camila, Serrat, Sabina, Franco de Vita y Juan Luis Guerra, interpretado
este último por Lety y Mando con “Mi Bendición”; recorrimos la Alta Vista de
hace algunas décadas, fuimos de nuevo a Astra y Autodescuento a bordo de una chopper
para comprar un auto de armar volviéndole a dar las gracias a la cajera que
amablemente y conmovida por la cara de dos niños a quienes les faltaban 50
centavos para completarlo, volví a comprar mi primer libro: 20 mil leguas de
viaje submarino de pastas amarillas; colocamos de nuevo el nacimiento en el
atrio de San Juan Bosco, revelamos el secreto de Mando para tocar guitarra y
nos enteramos del accidente que modificó sus dedos para tocarla con la maestría
que lo hace; visitamos Uruapan y la Huasteca Potosina, así como la presa de
cantera en San Luis Potosí…
No sé si
recordar es volver a vivir, pero la noche de anoche la vivimos mucho y muy bien…
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