por ralero
No es la mayor ni la menor.
Ni siquiera es un tono y mucho menos es música.
Es mi hermana la de en medio. No mayor ni menor, en medio. La
hermana media… mi “media” hermana…
Su nombre real es Ronpelskinsky, pero de cariño le digo Ron;
aunque ella se empeña en que le llamemos Conchis, supongo que en honor de las
tías Concha y Conchita. Como quiera que sea las actas de nacimiento y bautismo
se quedaron perdidas en una cámara oculta que tenía mi padre en la casa de
Cataluña 252. En esa casa se quedaron muchas cosas.
Mi tío el padre (o sea
sacerdote), hermano de mi padre (o
sea, papá), utilizando sus influencias logró que la iglesia católica
hiciera una nueva constancia de bautizo y creo que aprovechó la ocasión para
ponerle como nombre de pila: María Concepción, en honor a sus hermanas. Acta en
mano y tras dos o tres misas y no sé cuantas indulgencias plenarias más, logró
conseguir el acta de nacimiento correspondiente de una oficialía del registro
civil cuyo responsable había acudido a algún cursillo de cristiandad que en
aquellos años dirigía mi tío (el padre, o
sea sacerdote).
Todavía recuerdo el día en que Ron llegó a la familia. Aquella
mañana del 3 de octubre de hace no sé cuantos años (nunca me acuerdo de los años de nacimiento de mis hermanos, sólo porque
Cokis es un año mayor y Alfredo un año menor que yo, recuerdo los de ellos)
llegamos al cobertizo de la casa en el que, frente a la puerta, había una caja
de plástico con un pequeño bulto dentro.
Mi padre lo tomó con sumo cuidado, lo colocó sobre su mano y
antebrazo izquierdos y con la otra mano abrió la puerta mosquitera de
estructura de madera pintada de color blanco, para sostenerla con su pie
derecho, posteriormente hizo hacia atrás la esquina de su saco negro y sacó las
llaves del bolsillo derecho de su pantalón también negro; introdujo una en la cerradura y, girándola, abrió la
puerta. Entramos todos llenos de algarabía y nos dirigimos hacia la cocina en
donde Cokis tomó tres vasos, uno para cada quien.
Entonces llegó papá y tomando el bulto con su mano derecha
lo inclinó hacia el frente y sirvió leche en una jarra de peltre la cual calentó
un poco en la estufa, todo esto dándonos la espalda e impidiéndonos ver lo que
preparaba. Después de uno o dos minutos sirvió en cada vaso un poco de su
riquísimo chocolate blanco.
Papá se había regresado a casa con todos y no nos dejó en el
kínder ya que ese preciso martes llegaría un nuevo miembro a la familia, así que
mientras llegaba alguna de (o todas)
mis tías Keny, Kike o Mela preparó él un pequeño post desayuno. Llegando ellas
(o alguna de ellas, la verdad no me
acuerdo) mi padre salió como bólido para ir a ver a su amada esposa y madre
de sus tres hijos que dejaba al cuidado de su(s) cuñadas y conocer a su nueva
hija: Ronpelskinsky (alias: Ron; alias: María Concepción; alias: Conchis).
He tenido que llamar a mi santa madre de Dios hija para
confirmar la edad de mi hermana. Hoy cumple 45 años. Se dice fácil, se disfrutan
poco, se sufren algo, pero es un regalo de Dios llegar a cumplirlos.
Agradezco a Dios por la idea que tuvo de poner a Ron en la
familia. Agradezco a Ron, bueno, Conchis (sólo
porque es su cumple) su trato, su amabilidad, su preocupación por mí (se preocupa más por mí que yo), su
alegría (cuando está alegre), su
atención para con mi familia, en fin por todo lo bueno que ha derrochado a lo
largo de estos nueve lustros.
Quedan marcados para siempre en mi memoria aquella sangre de
sus pies al cortarse con los vidrios de un envase de coca quebrado en la
banqueta de Cataluña, la falta de concordancia entre su opinión y la de
Alfredo, sus interpretaciones de María Conchita Alonso y de Rafaella Carrá, su
incondicional amistad con Martha, la juvenil lealtad del grupo de las ocho, su carácter
amiguero y noviero, su valentía (u
obstinación?) para casarse, el amor por su marido y por sus hijas, el amor
por su madre y por abuelita…
En el comedor de la casa de mi madre en el lado oriente del muro
norte, hay un cartel donde sale toda la familia en una foto. Del lado derecho,
viéndola de frente, están Conchis y Papá. Él la carga y ella posa su cabeza sobre
el hombro derecho de él. Ella parece pensar: “Estoy feliz con mi papi…” él
parece que va a decir “esta es mi niña muy amada…”. Casi me atrevo a decir que
Conchis fue quien más “vivió” a papá y ese es el mejor regalo que ha recibido, regalo que jamás
nadie le podrá quitar.
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