miércoles, 11 de julio de 2018

LA NOTICIA

por ralero



Esa mañana mi adorada esposa se levantó mas temprano que de costumbre, me paré de la cama y la seguí hacia la puerta de la casa, llegué a ésta cuando ella subía ya al Celebrity y me hacía la indicación que volvía en un momento. Creo que pensé que iría por leche para Fernanda, sin embargo, me quedé con una sensación extraña: algo pasaba...

Cuando regresó mi cónyuge traía en sus manos una caja envuelta para regalo la cual extendió hacia mi entregándomela, la abrí y de la misma saqué un sobre: era la prueba de embarazo con resultado positivo, debajo del mismo había un par de tenis tamaño de recién nacido de colores azul y blanco. “Felicidades” me dijo Gaby, mi adorada esposa, cuando abría el regalo “vamos a ser papás de nuevo” y con la esperanza de que esta vez sería niño nos besamos y abrazamos mutuamente.

Casi de inmediato empecé a pensar en el nombre del bebé para el caso de que fuera varón aunque, a diferencia de con Fernanda, siempre pensé que sería niño. Quería yo que llevara mi nombre, que es el nombre de mi padre, pero al igual que con Fer, deseaba que tuviera dos nombres (por si no le gustaba el mio), y Rafael es difícil de combinar con otro nombre y con los apellidos Valero Torres. 

Pienso que los nombres deben combinar en todas las formas: juntos los dos solos, juntos con los dos apellidos y cada uno solo con los dos apellidos

A casi dos o tres meses de que naciera mi hijo, acudí a la dirección de una casa en venta[1], la cual me gustó mucho por estar frente a un parque, pero por situaciones económicas debido a la cercanía del nacimiento de Sebastián, no pude hacer el trato.

Sin embargo, posterior a esa vuelta buscando casa, se me ocurrió el nombre que estaba buscando para mi hijo: Rafael Sebastián.

Después del nacimiento de Sebastián, volví a llamar al dueño de la casa frente al parque que había visto dos o tres meses antes. La verdad es que pensaba yo que ya iba a estar vendida, pero nada perdía yo con la llamada. Grande fue mi sorpresa al enterarme que la casa estaba aún en venta, ya para ese entonces habíamos juntado algo de dinero y nos inscribimos al programa de Multyplan, así que gracias a Dios nos pudimos hacer de una casita con tres recámaras frente a un parque.

Algunos años después de regreso a casa, entré por la calle de siempre hacia la colonia, por la calle que pasé por primera vez cuando estaba buscando casa. Al dar vuelta en la esquina del Súper 7, me percaté que en el poste telefónico frente a éste estaba el letrero de lámina con el nombre de la calle: “San Sebastián”. 





[1] Para ese entonces ya nos habíamos cambiado a vivir a casa de mi madre y andábamos buscando casa.

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