Soy
casi un animal perfecto de costumbres.
A
mi adorada esposa no le es de su total gusto. No puede concebir que alguien
haga las mismas cosas cada día, cada semana…
Levantarme
a las seis de lunes a viernes y a las 7 el sábado; rasurarme domingo, martes y
jueves, desayuno un emparedado con jugo de lunes a sábado; martes y jueves uso
botas y cinto negro, los demás días zapatos y cinto cafés; mezclilla y camisa de
lunes a viernes, mezclilla y camisa tipo polo color café los sábados y
mezclilla con camiseta de Serrat ó Sabina los domingos…
Taza
de café a las 11:00 y a las 23:00 horas de lunes a viernes, taza de avena de
lunes a viernes a las 19:00 y recién al levantarme sábado y domingo; comer con tres tortillas y agua de sabor y
cenar con cuatro tortillas y refresco de cola; leer en el baño, escribir
en la cama; facebook a diario, blog sábado o domingo y alguna cheve el fin de
semana.
Tal
vez se deba esto al Principito. En su encuentro con el zorro, éste le reclama
que no llegue en cualquier momento, es mejor acordar un día o una hora pues así
él estará esperando a que llegue ese momento, y estará a la expectativa y
preparando su corazón para el encuentro. Describía así la importancia de los
ritos.
Quizá
sea yo tan previsor que tengo programada cada acción de la semana para
optimizar el tiempo y llevar a cabo otras actividades de mayor importancia (como ésta).
O
probablemente soy demasiado flojo y he establecido una rutina para pensar
menos, tomar pocas decisiones y no batallar con estos aspectos de poca importancia en la vida cotidiana.
Lo
escrito: Soy casi un animal perfecto de costumbres…
O tal
vez, como casi de costumbre, soy un perfecto animal (aunque, en realidad, nadie es perfecto…).
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