Han quedado en el pasado
reciente aquellos buenos fantasmas que se aglomeraban en mi mente, provocadores
de benditas mentiras que no dejaban dormir a mi cerebro. Tal vez soy menos
listo de lo que pensaba y, por lo tanto, hijo de la imitación que es la media
hermana de la imaginación.
O quizá la imaginación,
madre de todos los listos, era una madrastra bajo cuya sombra me cobijé y que
ha huido a la menor provocación de realidad.
Una realidad sin imaginación
es una realidad muerta.
Esta realidad es la
que aqueja al ciudadano más común que corriente, que es presa de su historia
personal y familiar. Sitiado por la carestía de la vida, por la situación
económica (producida o permitida por las
autoridades) el ciudadano se ve forzado a enfrentar su realidad cada día
con mayor fuerza que va sacando de su interior. Ese acopio de fuerza va
llenando el alma de cada ser, obligando a éste a que dedique más espacio para
almacenarla, mermando el espacio dedicado a la imaginación, elemento necesario
para enfrentar la realidad de cada día y fiestas de guardar.
La fuerza y la imaginación
dan por resultado la creatividad, la fuerza sin imaginación desemboca en la
ira.
Por ello la importancia de
que toda sociedad fomente la producción de espacios de vivienda, estudio, trabajo
y recreación que satisfagan las necesidades elementales de sus usuarios de
manera que cada persona dedique el tiempo necesario y real para cumplir sus
funciones y tenga tiempo para la recreación de sí mismo, ya sea colectiva,
familiar o individualmente.
Ese tiempo de recreación es
el tiempo en el que recreamos el alma, el tiempo en el que recreamos el
espíritu, el tiempo en el que nos re-creamos nosotros mismos: el tiempo en que nos
volvemos a crear. De manera que posteriormente podamos tomar la fuerza vital
que vamos almacenando con una mente descansada (re-creada) para producir nuevas
ideas o nuevas soluciones en nuestros ámbitos cotidianos: algún proceso nuevo o
mejor en el trabajo, un platillo original para la comida o la merienda, un
cuadro, un poema, una canción…
Hay quienes se recrean
viendo el televisor, quienes leyendo, meditando, haciendo ejercicio,
escribiendo o pintando. Lo importante es que cada uno se regale el tiempo y el
espacio necesario para recrearse, que cada quien otorgue a sus familias el
lugar y los recursos para que cada miembro se recree.
Si no nos damos el tiempo
para recrearnos, no nos daremos la oportunidad para que florezcan las ideas y
entonces solo tendremos ideas muertas.
Las ideas muertas únicamente
pueden producir sociedades muertas…
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